Génesis 32

Jacob envía mensajeros a Esaú

1 Jacob continuó su viaje, y en el camino unosángelesde Dios salieron a su encuentro.

2 Cuando Jacob los vio, dijo: «¡Pero si aquí también acampa Dios!» Por eso llamó a ese lugar «Dos campamentos».

3-4 Después de eso, Jacob envió unos mensajeros a su hermano Esaú, que vivía en la región de Edom. Los mensajeros tenían instrucciones de decirle a Esaú:

«Su hermano Jacob se pone a sus órdenes y le hace saber que todo este tiempo ha estado viviendo con su tío Labán.

5 Ahora es dueño de vacas, burros, ovejas y cabras, y además tiene esclavos y esclavas. También le suplica que usted lo reciba con bondad».

6 Cuando los mensajeros regresaron, le dijeron a Jacob: «Fuimos y hablamos con su hermano Esaú, y él mismo viene a recibirlo, al frente de cuatrocientos hombres».

7 Jacob se asustó mucho, así que dividió a su gente y a su ganado en dos grupos,

8 pues pensó: «Si Esaú llega y ataca a uno de los grupos, al menos el otro grupo podrá escapar».

9 Y Jacob hizo esta oración:

«Dios mío, tú eres el Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac. Tú me ordenaste regresar a mi tierra, con mis parientes, y me prometiste tu ayuda.

10 Siempre me tratas con mucha bondad, aunque no lo merezco, pues soy yo quien debe servirte. Cuando crucé el río Jordán, sólo tenía un palo para defenderme, pero ahora tengo gente y ganado para formar dos grupos.

11-12 Tú me prometiste que me iría bien, y que misdescendientesllegarían a ser como la arena del mar, que no se puede contar. ¡Líbrame ahora de mi hermano Esaú! Tengo miedo de que venga y nos ataque a todos».

13 Esa noche Jacob durmió en aquel lugar. De los animales que tenía, apartó para regalarle a su hermano

14 doscientas cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte carneros,

15 treinta camellas con sus crías, cuarenta vacas, diez toros, veinte burras y diez burros.

16 Entregó a sus sirvientes cada manada por separado, y les ordenó adelantarse y mantenerse a distancia unos de los otros.

17 Al guía de la primera manada le ordenó:

«Cuando te encuentres con mi hermano Esaú, y él te pregunte quién eres y a dónde vas, y de quién son todos estos animales,

18 le dirás que son míos, pero que yo se los regalo. Dile también que yo vengo detrás de ti».

19 Estas mismas instrucciones les dio al segundo y al tercer guía, y a los que iban tras las manadas. A todos ellos los obligó

20 a decir que él venía siguiéndolos. Y es que Jacob pensaba: «Voy a calmar a Esaú con estos regalos, y así, cuando me vea, me recibirá bien».

21 Luego de enviar esos regalos, Jacob se quedó a pasar la noche en el campamento.

La lucha de Jacob

22-23 Esa misma noche Jacob se levantó, tomó todas sus posesiones, y junto con su familia cruzó el arroyo Jaboc.

24 Y luego él solo regresó al otro lado y allí luchó con un desconocido hasta que el sol salió.

25 Cuando el desconocido se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo golpeó en la cadera, y se la zafó.

26 Entonces el desconocido le dijo:

—¡Suéltame! ¡Ya salió el sol!

Pero Jacob le respondió:

—No te suelto si no mebendices.

27 El desconocido le preguntó:

—¿Cómo te llamas?

Cuando Jacob le dio su nombre,

28 el desconocido dijo:

—Ya no te vas a llamar Jacob. Ahora vas a llamarte Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

29 Entonces Jacob le dijo:

—Ahora te toca decirme cómo te llamas.

Pero el desconocido respondió:

—¡Pues ya debieras saberlo!

Luego bendijo a Jacob,

30 y por eso Jacob llamó a ese lugar Penuel, pues dijo: «¡He visto a Dios cara a cara, y todavía sigo con vida!»

31 Cuando el sol salió, Jacob se fue de Penuel, pero iba cojeando.

32 Por eso hasta el día de hoy los israelitas no comen del músculo que cubre la cadera de ningún animal, porque fue allí donde Jacob fue golpeado.

Génesis 33

Jacob y Esaú se encuentran

1 Cuando Jacob vio a lo lejos que Esaú se acercaba con cuatrocientos hombres, repartió a los niños entre Lía, Raquel y las dos esclavas.

2 Al frente de todos puso a las esclavas y a sus hijos; detrás de ellos puso a Lía y a sus hijos, y hasta atrás puso a Raquel y a José;

3 luego se adelantó y, mientras iba acercándose a su hermano, se inclinó hasta el suelo siete veces en señal de respeto.

4 Esaú, por su parte, corrió al encuentro de Jacob y, abrazándolo, lo besó. Y los dos se echaron a llorar.

5 Luego, al ver Esaú a las mujeres y a los niños, preguntó:

—¿Quiénes son todos estos?

Jacob le contestó:

—Dios ha sido bueno conmigo y me ha dado todos estos hijos.

6 Las esclavas y sus hijos se acercaron, y se inclinaron hasta el suelo.

7 Lo mismo hicieron Lía y sus hijos, y también José y Raquel.

8 Entonces preguntó Esaú:

—¿Por qué me enviaste todos esos animales que he encontrado en el camino?

—Con ellos espero que me perdones y me trates bien —contestó Jacob.

9 Pero Esaú dijo:

—¡Quédate con lo que es tuyo, hermano mío, que yo ya tengo bastante!

10 Jacob insistió:

—Por favor, te ruego que aceptes este regalo. Nos has recibido con mucha amabilidad, y verte cara a cara ¡es como ver el rostro de Dios!

11 Ten la bondad de aceptarme este regalo. Te lo traigo porque Dios me ha dado mucho, y tengo todo lo que necesito.

Ante la insistencia de Jacob, Esaú lo aceptó.

12 Luego dijo:

—Sigamos nuestro camino. Yo voy a acompañarte.

13 Pero Jacob le dijo:

—De ningún modo, hermano mío. Tú sabes que los niños se cansan rápido. Además, debo tener cuidado con las ovejas y las vacas que están criando. Si las hago caminar un día más, todas ellas se morirán.

14 Es mejor que te adelantes y me dejes ir despacio, al paso de los niños y de mis animales, hasta que te alcance en Edom.

15 Esaú le sugirió:

—Permíteme dejarte algunos de mis hombres.

Pero Jacob le contestó:

—¿Para qué vas a hacer eso? ¡Ya es bastante con que me hayas recibido bien!

16 Entonces Esaú regresó a Edom ese mismo día.

17 Jacob, por su parte, se dirigió a Sucot, lugar que se llamó así porque hizo unos cobertizos para su ganado. Allí también construyó su casa.

18-20 Cuando Jacob regresó de Padán-aram, llegó sano y salvo al pueblo de un hombre llamado Siquem, que era hijo de Jamor. El pueblo estaba en la región de Canaán, y Jacob le compró en cien monedas de plata un terreno que era de los hijos de Jamor, y que estaba frente al pueblo. Allí plantó Jacob su tienda de campaña y construyó un altar, al cual llamó Dios de Israel.

Génesis 34

Siquem viola a Dina

1 Dina, la hija de Lía y de Jacob, fue un día a visitar a las mujeres del pueblo.

2 Jamor, que era heveo, gobernaba ese territorio. Cuando su hijo Siquem vio a Dina, la tomó por la fuerza y la violó.

3 Sin embargo, se enamoró de ella y trató de ganarse su cariño,

4 así que le dijo a su padre que la pidiera para que fuera su esposa.

5 Jacob supo que Dina había sido violada, pero como sus hijos estaban cuidando el ganado, prefirió esperar a que regresaran.

6 Mientras tanto, Jamor fue a hablar con Jacob.

7 Tan pronto como los hijos de Jacob se enteraron de lo ocurrido, regresaron del campo muy enojados. Consideraban que violar a la hija de Jacob era una ofensa contra la familia, ¡algo que Siquem no debió haber hecho!

8 Sin embargo, Jamor les dijo:

—Mi hijo Siquem realmente quiere mucho a la muchacha. Yo les ruego que lo dejen casarse con ella.

9 Háganse parientes nuestros. Así nosotros nos casaremos con sus mujeres y ustedes podrán casarse con las nuestras,

10 y podrán también vivir libremente entre nosotros. Allí tienen el país: ¡vivan en él, vayan a donde quieran, compren terrenos!

11 Siquem, por su parte, les dijo a Jacob y a sus hijos:

—Si me consideran digno de casarme con Dina, les daré lo que me pidan.

12 Ustedes díganme cuánto quieren a cambio, y yo pagaré ese precio, ¡pero, por favor, déjenme casarme con ella!

13 Pero los hijos de Jacob no fueron sinceros con él ni con Jamor,

14 sino que los engañaron diciéndoles:

—Nosotros no podemos permitir que nuestra hermana se case con alguien que no estácircuncidado. Eso, para nosotros, sería una vergüenza.

15 Sólo con una condición daremos nuestro permiso para la boda: que ustedes y todos sus hombres se circunciden.

16 Así, podrán casarse con nuestras mujeres, y nosotros, con las de ustedes. Entonces nos quedaremos a vivir aquí, y todos seremos un solo pueblo.

17 Claro que si no están de acuerdo, tomaremos a Dina y nos marcharemos.

18 Jamor y Siquem aceptaron la propuesta.

19-20 Y como Siquem era muy respetado entre sus familiares y estaba muy enamorado de Dina, él y su padre se fueron enseguida a hablar con las autoridades de su pueblo,

21 y les dijeron:

—Los hijos de Jacob son gente muy amistosa. Dejemos que vivan en nuestro territorio, y que hagan negocios aquí. Todavía hay mucho espacio en nuestra tierra para ellos. Así podremos casarnos con sus mujeres, y ellos, con las nuestras.

22 Pero sólo aceptarán vivir con nosotros si nuestros hombres se circuncidan.

23 ¡Dejemos que se queden a vivir aquí! ¡Así todos sus ganados y todas sus riquezas serán para nosotros!

24 Las autoridades estuvieron de acuerdo con Jamor y con Siquem, y todos los varones se circuncidaron.

25 Pero Simeón y Leví, hermanos de Dina, fueron al pueblo tres días después. Espada en mano atacaron por sorpresa a todos los hombres circuncidados y los mataron, pues ninguno pudo defenderse por los dolores que tenían.

26 Luego de matar a Jamor y a Siquem, sacaron a Dina de la casa. Antes de marcharse,

27-29 pisotearon los cadáveres y robaron todo lo que había en el pueblo. Se llevaron ovejas, vacas y burros, y todo lo que encontraron a su paso en el pueblo y en el campo. También entraron a las casas y las robaron, llevándose además todas sus riquezas, sus mujeres y sus niños. Así vengaron la violación de su hermana Dina.

30 Jacob reprendió a Simeón y a Leví:

—Con lo que han hecho, ustedes me han traído muchos problemas. Ahora los cananeos y los ferezeos no van a querer ni verme. Nosotros somos pocos, y si la gente de esta tierra se une contra nosotros, acabarán por matarnos a todos.

31 Pero ellos le respondieron:

—¡Pues Siquem no tenía por qué tratar a nuestra hermana como a una prostituta!

Génesis 35

Jacob regresa a Betel

1 Dios le dijo a Jacob: «Cuando estabas huyendo de tu hermano Esaú, yo me aparecí a ti en Betel. Así que regresa a Betel, quédate a vivir allá, y constrúyeme un altar».

2 Jacob entonces les ordenó a sus familiares y a todos los que vivían con él:

«Desháganse de todos esos dioses extraños en los que han creído. Luego báñense y cámbiense de ropa,

3 porque debemos ir a Betel para presentarnos ante Dios. Allá construiré un altar, para darle gracias, pues cuando estuve en problemas, él me ayudó. Por dondequiera que he andado, Dios siempre ha estado conmigo».

4 Ellos le entregaron a Jacob todos aquellos dioses, y también los aretes que llevaban como amuletos. Entonces Jacob los enterró bajo el gran árbol que está en Siquem.

5 Y cuando se pusieron en marcha, Dios hizo que todas las ciudades vecinas les tuvieran miedo, así que nadie los persiguió.

6 Jacob y toda su gente llegaron a Betel, que está en la tierra de Canaán.

7 Fue allí donde Dios se le apareció a Jacob cuando huía de su hermano Esaú. Por eso Jacob construyó allí un altar, y al lugar le puso por nombre «Dios de Betel».

8 En esos días murió Débora, la mujer que había cuidado de Rebeca desde niña, y la enterraron bajo un árbol cerca de Betel. Por eso a ese lugar se le conoce como «El árbol del llanto».

9 Tiempo atrás, Dios se le había aparecido a Jacob, y lo habíabendecidocuando volvía de Padán-aram.

10 En aquella ocasión, Dios le dijo: «Ya no vas a llamarte Jacob, sino Israel». Y con ese nombre se le conoció desde entonces.

11 Allí también Dios le dijo:

«Yo soy el Dios todopoderoso. Quiero que tengas muchosdescendientes, pues de ellos saldrán reyes y muchas naciones.

12 La tierra que les di a Abraham y a Isaac, también te la doy a ti, y a tus descendientes».

13-14 Cuando Dios se fue de allí, Jacob levantó en ese lugar una columna de piedra, y sobre ella derramó aceite y vino para dedicársela a Dios.

15 Y como Dios había hablado allí con él, Jacob llamó a ese lugar Betel, que significa «casa de Dios».

Muerte de Raquel

16 Jacob y su gente se fueron de allí. Estaban por llegar a Efrata cuando le llegó a Raquel la hora de tener otro bebé.

17 Como tenía mucho problema para tenerlo, la mujer que la ayudaba le dijo: «No tengas miedo, que también este bebé va a ser niño».

18 El niño nació bien, pero Raquel estaba a punto de morirse. En sus últimos momentos de vida le puso a su hijo el nombre de Ben-oní, que significa «hijo de mi dolor». Sin embargo, Jacob le cambió el nombre y le puso Benjamín, que significa «hijo favorito».

19 Raquel murió, y la enterraron en el camino de Efrata, donde ahora es Belén.

20 Sobre su tumba, Jacob levantó una columna de piedras. Hasta el momento en que esto se escribe, esa columna marca el lugar de la tumba de Raquel.

21 Una vez más, Jacob se puso en marcha y acampó más allá de la torre de Éder.

22 Mientras Jacob vivía en ese lugar, Rubén tuvo relaciones sexuales con Bilhá, una de las esposas de Jacob. Pero esto llegó a oídos de Jacob.

Los hijos de Jacob

Jacob tuvo doce hijos:

23 Con Lía tuvo a Rubén, que fue su hijo mayor, y también a Simeón, a Leví, a Judá, a Isacar y a Zabulón.

24 Con Raquel tuvo a José y a Benjamín.

25 Con Bilhá, la esclava de Raquel, tuvo a Dan y a Neftalí.

26 Con Zilpá, la esclava de Lía, tuvo a Gad y a Aser.

Éstos fueron los hijos de Jacob, que nacieron cuando él vivió en Padán-aram.

Muerte de Isaac

27 Jacob volvió a la casa de su padre Isaac, que vivía en Hebrón, donde también había vivido Abraham.

28 Isaac llegó a la edad de ciento ochenta años.

29 Después de una vida tan larga, murió, y sus hijos Esaú y Jacob lo enterraron en la tumba de la familia.

Génesis 36

Los descendientes de Esaú

1-5 Ésta es la historia de Esaú, que se casó con tres mujeres: Adá, Oholibamá y Basemat. Adá era hija de un hitita llamado Elón, y Oholibamá era hija de Aná y nieta de un heveo llamado Sibón; las dos eran cananeas. Basemat era hija de Ismael y hermana de Nebaiot. Ésta es la lista de los hijos de Esaú; todos ellos nacieron en Canaán: Elifaz hijo de Adá; Reuel hijo de Basemat; y Jeús, Jaalam y Coré, hijos de Oholibamá.

6 Esaú se fue a vivir a otro lugar, no muy lejos de su hermano Jacob. Se llevó a sus esposas, hijos e hijas, y todos los que vivían con él. También se llevó todos sus animales y todo lo que había llegado a tener en Canaán.

7 Era tanto lo que Esaú y Jacob tenían, y tanta la cantidad de ganado, que ya no podían seguir viviendo juntos. La tierra donde vivían ya no era lo bastante grande para los dos.

8 Así fue como Esaú se quedó a vivir en la parte montañosa de Edom.

9-19 La historia de Esaú en esas montañas, y la lista de sus descendientes que llegaron a ser jefes detribusedomitas, es la siguiente:

De los hijos de Esaú:

Elifaz,

Reuel,

Jeús,

Jaalam,

Coré.

De los hijos de Elifaz y nietos de Adá:

Temán,

Omar,

Sefó,

Gatam,

Quenaz,

Coré,

Amalec, hijo de Elifaz y Timná.

De los hijos de Reuel y nietos de Basemat:

Náhat,

Zérah,

Samá,

Mizá.

20-30 Los jefes de las tribus de los horeos, que son descendientes de Esaú, y que vivían en la región de Edom, fueron:

Lotán,

Sobal,

Sibón,

Aná,

Disón,

Éser,

Disán.

De los hijos de Lotán:

Horí,

Hemam.

Timná, la hermana de Lotán.

De los hijos de Sobal:

Alván,

Manáhat,

Ebal,

Sefó,

Onam.

De los hijos de Sibón:

Aiá,

Aná.

De los hijos de Aná:

Disón,

Oholibamá.

De los hijos de Disón:

Hemdán,

Esbán,

Itrán,

Querán.

De los hijos de Éser:

Bilhán,

Zaaván,

Acán.

De los hijos de Disán:

Uz,

Arán.

Aná fue el que descubrió unos manantiales en el desierto mientras cuidaba los burros de su padre Sibón.

Los reyes de Edom

31-39 Antes que hubiera reyes en Israel, losdescendientesde Esaú, que vivían en Edom, tuvieron varios reyes. Cada rey gobernaba hasta el día de su muerte, y entonces otro ocupaba su lugar.

Ésta es la lista de los reyes de Edom:

Bela hijo de Beor, de la ciudad de Dinhaba.

Jobab hijo de Zérah, del pueblo de Bosrá.

Husam, de la región de Temán.

Hadad hijo de Bedad, de la ciudad de Avit.

Samlá, del pueblo de Masrecá.

Saúl, del pueblo de Rehobot, junto al Éufrates.

Baal-hanán hijo de Acbor.

Hadad, de la ciudad de Pau.

La esposa de Hadad de Pau se llamaba Mehetabel y era hija de Matred y nieta de Mezaab.

40-43 Los jefes edomitas descendientes de Esaú, ordenados por nombre, familia, territorio y lugar de residencia, fueron:

Timná,

Alvá,

Jetet,

Oholibamá,

Elá,

Pinón,

Quenaz,

Temán,

Mibsar,

Magdiel,

Iram.

Génesis 37

1-2 Ésta es la historia de Jacob, que vivió en la tierra de Canaán, donde antes su padre había vivido como extranjero.

Los sueños de José

Cuando José tenía diecisiete años, ayudaba a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, a cuidar las ovejas. Pero José le contaba a su padre lo mal que se portaban sus hermanos.

3 Jacob amaba a José más que a sus otros hijos, pues había nacido cuando ya era muy anciano. Por eso le hizo una capa de muchos colores.

4 Pero sus hermanos lo odiaban, y ni siquiera le hablaban, pues veían que su padre lo quería más que a ellos.

5 Un día José tuvo un sueño. Cuando se lo contó a sus hermanos, ellos lo odiaron aún más,

6 pues les dijo:

—Anoche tuve un sueño,

7 y soñé que estábamos en medio del campo, atando el trigo en manojos. De repente, mi manojo se levantó y se quedó bien derecho, mientras los de ustedes lo rodeaban y se inclinaban ante él.

8 Sus hermanos protestaron:

—¡Ahora resulta que vas a ser nuestro rey y nuestro jefe!

Y por causa del sueño y por lo que decía, creció en ellos el odio que le tenían.

9 José tuvo otro sueño, y también se lo contó a sus hermanos. Les dijo:

—Fíjense que tuve otro sueño. Resulta que esta vez el sol, la luna y once estrellas, se inclinaban ante mí.

10 Cuando les contó este sueño a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió, y le dijo:

—¿Qué clase de sueño es ése? ¿Quieres decir que tu madre y tus hermanos, y yo mismo, vamos a ser tus esclavos?

11 Y sus hermanos le tenían envidia, pero su padre trataba de entender el significado de sus sueños.

José es vendido como esclavo

12 Los hermanos de José habían llevado las ovejas de su padre a los pastos de Siquem.

13-14 Unos días después, Jacob le dijo a José:

—Ya sabes que tus hermanos están en Siquem, cuidando las ovejas. Quiero que vayas a ver si todo está bien, y que regreses a contármelo.

—Sí, papá, enseguida voy —le respondió.

José salió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem,

15 pero no encontró a sus hermanos por ningún lado. Poco después lo encontró un hombre y le preguntó:

—¿Qué andas buscando?

16 José le respondió:

—Busco a mis hermanos y a sus rebaños. Tal vez usted pueda decirme dónde están.

17 Aquel hombre contestó:

—Hace días que se fueron. Alcancé a oír que se iban a Dotán.

José siguió buscando a sus hermanos, y allá los encontró.

18 Cuando ellos lo vieron acercarse, antes de que él llegara a donde ellos estaban, se pusieron de acuerdo para matarlo.

19 Unos a otros se decían:

«¡Vaya, vaya! ¡Aquí viene ese gran soñador!

20 Vamos a matarlo y a echarlo en uno de estos pozos, y diremos que algún animal feroz se lo comió. ¡Ya vamos a ver si se cumplen sus sueños!»

21-22 Al oír esto, Rubén trató de librar a José de sus hermanos, para luego llevárselo a su padre. Por eso les dijo: «No está bien que lo matemos. ¿Para qué matarlo? Si quieren, échenlo en este pozo del desierto; ¡pero no le hagan daño!»

23 Cuando José llegó a donde estaban sus hermanos, ellos le quitaron la capa que su padre le había hecho

24 y lo echaron al pozo, que estaba seco. Y Rubén se fue.

25 Los hermanos se sentaron a comer. De pronto vieron que se acercaba un grupo de comerciantes. Eran unos ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos estaban cargados de finos perfumes y hierbas de rico olor, que los ismaelitas pensaban vender en Egipto.

26 Judá entonces les dijo a sus hermanos:

«No ganamos nada con matar a nuestro hermano, y luego tener que mentir acerca de su muerte.

27 Nos conviene más vendérselo a estos ismaelitas. Después de todo, José es nuestro hermano; ¡es de nuestra propia familia!»

Esta idea les pareció bien,

28 así que cuando los comerciantes pasaron por allí, los hermanos de José lo sacaron del pozo y lo vendieron en veinte monedas de plata. Entonces los comerciantes se lo llevaron a Egipto.

29 Cuando Rubén regresó y vio que José ya no estaba en el pozo, rompió su ropa en señal de tristeza,

30 y luego fue a decirles a sus hermanos: «¡José ya no está en el pozo! Y ahora, ¿qué le voy a decir a mi padre?»

31 Mataron entonces un cabrito, y con la sangre del cabrito mancharon la capa de José.

32 Luego le llevaron la capa a Jacob, y le dijeron:

—¡Mira lo que encontramos! Nos parece que es la capa de tu hijo.

33 Jacob la reconoció, y lleno de dolor gritó:

—¡Sí, es la capa de mi hijo! ¡Seguramente algún animal feroz lo hizo pedazos y se lo comió!

34 Allí mismo Jacob rompió su ropa en señal de tristeza, se vistió de luto, y durante mucho tiempo lloró por la muerte de su hijo.

35 Todos sus hijos llegaron para consolarlo, pero él no quería que lo consolaran. Más bien, lloraba y decía que quería morirse para estar con José.

36 Cuando los comerciantes llegaron a Egipto, vendieron a José. Lo compró Potifar, que era un oficial del rey de Egipto y capitán de la guardia.

Génesis 38

Judá y Tamar

1 Fue por esos días cuando Judá se apartó de sus hermanos y se fue a Adulam, donde vivió en la casa de un amigo suyo que se llamaba Hirá.

2 Allí Judá conoció a la hija de un cananeo llamado Súa, y se casó con ella. Después de un tiempo

3 ella quedó embarazada y tuvo un hijo. Judá le puso por nombre Er.

4-5 Tiempo después, la esposa de Judá tuvo dos hijos más: a uno de ellos lo llamó Onán, y al otro lo llamó Selá. Este último nació en Quezib.

6 Judá le buscó esposa a Er, y lo casó con una mujer llamada Tamar.

7 Pero a Dios no le gustaba la mala conducta de Er, así que le quitó la vida.

8 Entonces Judá le dijo a Onán: «Cásate con la viuda de tu hermano y cumple con tu deber de cuñado. Así tu difunto hermano tendrá hijos por medio de ti».

9 Onán sabía que los hijos que tuviera con su cuñada no serían considerados suyos, sino de su hermano. Por eso, cada vez que tenía relaciones sexuales con ella procuraba no dejarla embarazada. De ese modo evitaba darle hijos a su hermano muerto.

10 A Dios tampoco le gustó esta mala conducta de Onán, así que también le quitó la vida.

11 Entonces Judá le recomendó a Tamar que se quedara viuda hasta que Selá creciera. Y es que Judá tenía miedo de que también Selá muriera, como sus hermanos. Por eso Tamar se fue a vivir a la casa de su padre.

12 Pasó el tiempo, y murió la esposa de Judá. Luego de llorar su muerte, Judá se fue a Timnat, donde sus pastores estaban cortándoles la lana a sus ovejas. Su amigo Hirá lo acompañó.

13 Alguien fue a contarle a Tamar que su suegro iba de camino a Timnat, para recoger la lana de sus ovejas.

14 Entonces ella se quitó la ropa de luto, se tapó la cara con un velo, y fue a sentarse a la entrada de Enaim, junto al camino que lleva a Timnat. Tamar se había dado cuenta de que Selá ya había crecido y, sin embargo, Judá no lo casaba con ella.

15-16 Cuando Judá vio a una mujer con la cara cubierta, no se imaginó que se trataba de su nuera. Más bien, pensando que era una prostituta, se acercó a ella y le propuso:

—Oye, ¿me dejarías acostarme contigo?

Ella contestó:

—Suponiendo que te deje, ¿qué me darás a cambio?

17 —Te mandaré uno de mis cabritos —respondió Judá.

—Acepto —dijo ella—, sólo si me dejas algo tuyo como garantía de que me pagarás.

18 —¿Y qué quieres que te deje? —preguntó Judá.

—Pues déjame tu sello con todo y cordón, y la vara que llevas en la mano —respondió ella.

Judá aceptó sus condiciones, y tuvo relaciones sexuales con ella, y ella quedó embarazada.

19 Tan pronto como Judá se marchó, ella se quitó el velo y volvió a ponerse las ropas de luto.

20 Más tarde, cuando Judá mandó a su amigo Hirá para entregar el cabrito y recoger lo que le había dejado a Tamar, su amigo ya no la encontró.

21 Entonces les preguntó a los que vivían allí:

—¿Dónde está la prostituta que acostumbra sentarse junto al camino de Enaim?

Ellos contestaron:

—Aquí nunca ha habido ninguna prostituta.

22 El amigo de Judá regresó y le dijo:

—No encontré a esa mujer. Los de ese lugar me aseguran que allí no ha habido ninguna prostituta.

23 Judá respondió:

—¡Pues que se quede con todo! Pero nadie podrá decir que no cumplo mi palabra. Yo te envié con el cabrito, y tú ya no la encontraste.

24 Como a los tres meses, alguien fue a decirle a Judá:

—Seguramente tu nuera Tamar ha tenido relaciones con alguien, pues resulta que está embarazada.

Entonces Judá exclamó:

—¡Échenla fuera, y quémenla viva!

25 Cuando la estaban sacando, Tamar mandó a decirle a su suegro: «El dueño de todo esto fue quien me dejó embarazada. Fíjate bien, tal vez sepas quién es el dueño».

26 En cuanto Judá reconoció su sello y la vara, dijo:

—El culpable soy yo, y no ella, pues no quise darle a mi hijo Selá como esposo.

Y nunca más Judá volvió a tener relaciones sexuales con Tamar.

27 Tiempo después, Tamar tuvo mellizos.

28 Al momento de nacer, uno de los mellizos sacó la mano; entonces la mujer que ayudaba a Tamar le ató al niño una cinta roja en la muñeca y dijo: «Éste nació primero».

29 Pero el niño volvió a meter la mano, y el que nació primero fue el otro mellizo. Entonces dijo la mujer: «¡Vaya, te abriste paso!» Por eso le pusieron por nombre Fares.

30 Después de él nació su hermano, y como traía la cinta roja atada a la muñeca le pusieron por nombre Zérah.

Génesis 39

José y la esposa de Potifar

1 Cuando los comerciantes llevaron a José a Egipto, lo compró Potifar, que era oficial del rey y capitán de su guardia.

2 A José le fue muy bien allí, en la casa de su amo egipcio, pues Dios estaba con él.

3 Potifar vio que Dios ayudaba a José y hacía que todo le saliera bien.

4-6 Por eso trató amablemente a José, lo puso a cargo de su casa y de todo lo que tenía. A partir de ese momento, y gracias a José, Diosbendijoa Potifar en todo, y él no se preocupaba ya de nada, más que de comer.

Como José era muy guapo y atractivo,

7 la mujer de su amo se fijó en él, y le propuso:

—¡Ven, acuéstate conmigo!

8 En vez de aceptar, José le contestó:

—Mi amo confía en mí, y por eso ha dejado todo a mi cargo. Estando yo al frente de todas sus riquezas, él no tiene nada de qué preocuparse.

9 No me ha prohibido nada, y en esta casa nadie tiene más autoridad que yo. Pero usted es su esposa. Tener relaciones sexuales con usted, seríapecarcontra Dios.

10 Y aunque todos los días ella le insistía, él la rechazaba.

11 Un día, José entró en la casa para hacer su trabajo. Entonces ella, aprovechando que no había nadie en la casa,

12 lo agarró de la ropa y le exigió:

—¡Acuéstate conmigo!

Pero José prefirió que le arrebatara la ropa, y salió corriendo de la casa.

13 Entonces ella, al verse con la ropa de José en las manos,

14 llamó a gritos a los sirvientes y les dijo:

—¡Miren, este hebreo que trajo mi esposo ha venido a burlarse de nosotros! Se metió aquí y quiso violarme, pero yo me puse a gritar con todas mis fuerzas.

15 En cuanto me oyó gritar y pedir ayuda, salió corriendo ¡y hasta la ropa dejó!

16 Ella guardó la ropa de José hasta que regresara su esposo.

17 Cuando Potifar llegó, ella le contó la misma historia: «Ese esclavo hebreo que nos trajiste quiso violarme.

18 Pero en cuanto empecé a gritar pidiendo ayuda, dejó su ropa junto a mí y salió corriendo de la casa».

19 Al oír Potifar las quejas de su esposa, se enojó mucho.

20 Entonces agarró a José y lo metió en la cárcel, donde estaban los presos del rey.

Pero aun en la cárcel

21 Dios siguió ayudando a José y dándole muestras de su amor, pues hizo que el carcelero lo tratara bien.

22 Y así, el carcelero puso a José a cargo de todos los presos y de todos los trabajos que allí se hacían.

23 El carcelero no tenía que vigilarlo, porque Dios ayudaba a José y hacía que todo le saliera bien.

Génesis 40

Los sueños del copero y del panadero

1-2 Algún tiempo después, el jefe de los coperosy el jefe de los panaderos ofendieron al rey de Egipto, y el rey se enojó mucho con estos dos ayudantes.

3 Entonces los puso bajo vigilancia en la cárcel donde José estaba preso.

4 El capitán de la guardia los dejó al cuidado de José.

Pasó el tiempo,

5 y una noche el copero y el panadero tuvieron cada uno un sueño, y cada sueño tenía su propio significado.

6 Al día siguiente, cuando José llegó a verlos, los encontró muy tristes,

7 y les preguntó:

—¿Por qué están hoy tan tristes?

8 Ellos respondieron:

—Resulta que los dos tuvimos un sueño, pero no hay quien pueda decirnos lo que significan.

José les dijo:

—Vamos a ver, cuéntenme sus sueños, y Dios nos dirá lo que significan.

9 El primero en contar su sueño fue el copero. Le dijo:

—En mi sueño yo veía una planta de uvas

10 que tenía tres ramas. Tan pronto como las ramas brotaban, también echaban flores, y las uvas maduraban.

11 Yo tenía en mi mano la copa del rey, así que tomaba las uvas y las exprimía en la copa, y luego se la daba al rey.

12 José le dijo:

—Las tres ramas son tres días. Eso quiere decir

13 que dentro de tres días el rey te perdonará y te devolverá tu cargo, para que vuelvas a servirle como su jefe de los coperos.

14 Por favor, cuando todo esto suceda, no te olvides de mí. Tan pronto puedas, háblale de mí al rey, y sácame de esta cárcel.

15 Yo soy hebreo, y me trajeron aquí a la fuerza, aunque no hice nada para merecerlo.

16 Cuando el jefe de los panaderos vio que José le había dado un significado muy bueno al sueño del copero, le dijo:

—También yo tuve un sueño. Sobre mi cabeza había tres canastas de pan.

17 La canasta de más arriba tenía los mejores pasteles para el rey; sin embargo, las aves venían a comérselos.

18 José le dijo:

—Las tres canastas son tres días. Eso quiere decir

19 que dentro de tres días el rey mandará que te cuelguen de un árbol. Allí los buitres se comerán tu cuerpo.

20 Tres días después el rey de Egipto celebraba su cumpleaños, así que hizo una gran fiesta e invitó a todos sus ayudantes y consejeros. Allí, delante de sus invitados, el rey mandó a sacar de la cárcel al jefe de los coperos y al jefe de los panaderos.

21 Al jefe de los coperos le devolvió su cargo,

22 pero mandó que colgaran de un árbol al jefe de los panaderos. Así se cumplió lo que José les había dicho.

23 Sin embargo, el jefe de los coperos se olvidó completamente de José.

Génesis 41

Los sueños del rey de Egipto

1 Dos años después, el rey de Egipto tuvo un sueño en el que se veía de pie, junto al río Nilo.

2 De pronto vio que del río salían siete vacas, gordas y bonitas, las cuales se ponían a comer el pasto que había a la orilla del río.

3 También vio salir del río otras siete vacas, flacas y feas, las cuales se pararon junto a las primeras siete vacas.

4 Y de repente, ¡las flacas y feas se comieron a las gordas y bonitas!

En ese momento el rey se despertó.

5 Pero volvió a dormirse, y tuvo otro sueño. Soñó que de un mismo tallo brotaron siete espigas, verdes y llenas de trigo.

6 Tras ellas brotaron otras siete espigas, sin trigo y marchitadas por el viento del desierto.

7 ¡Y las espigas secas se tragaron a las verdes y llenas de trigo!

El rey se despertó, y vio que se trataba de un sueño.

8 Sin embargo, al levantarse estaba tan preocupado que mandó llamar a todos los magos ysabiosde Egipto. Les contó sus sueños, pero ninguno pudo decirle lo que significaban.

9 De pronto, el jefe de los coperos se acordó de José y le dijo al rey:

—¡Soy un malagradecido!

10 Una vez usted se enojó conmigo y con el jefe de los panaderos, y mandó que nos encerraran en la cárcel, al cuidado del capitán de la guardia.

11 Una noche, los dos tuvimos un sueño.

12 Allí en la cárcel estaba con nosotros un joven hebreo, que ayudaba al capitán de la guardia; le contamos nuestros sueños, y él nos dijo lo que significaban.

13 ¡Y dicho y hecho! A mí usted me devolvió a mi cargo, y al otro mandó que lo mataran.

14 El rey mandó llamar a José, y de inmediato lo sacaron de la cárcel. Entonces José se afeitó, se cambió de ropa, y luego se presentó ante el rey.

15 Y el rey le dijo:

—Tuve un sueño, y nadie puede decirme lo que significa. Pero me han dicho que en cuanto oyes un sueño, sabes su significado.

16 José le respondió:

—Yo no tengo ese poder, pero Dios sí lo tiene, y le dará a usted la respuesta esperada.

17 Entonces el rey le dijo:

—Resulta que, en mi sueño, yo estaba de pie a la orilla del río Nilo.

18 De pronto vi que del río salían siete vacas gordas y bonitas, las cuales se pusieron a comer el pasto que había a la orilla del río.

19 Tras ellas salieron otras siete vacas, muy flacas y feas. ¡Jamás vi vacas tan feas en todo Egipto!

20 Y resulta que las vacas flacas y feas se comieron a las vacas gordas que habían salido primero.

21 Eran tan flacas y feas esas vacas, que después de comerse a las otras, no se les notaba nada; ¡seguían tan flacas como al principio!

»Yo me desperté.

22 Pero volví a soñar, y en mi sueño vi también siete espigas verdes y llenas de trigo, que brotaban de un mismo tallo.

23 Después de ellas brotaron otras siete espigas, delgadas y marchitas, resecadas por el viento del desierto.

24 Esas espigas delgadas se comieron a las siete espigas llenas de trigo. Todo esto se lo he contado a los magos, pero ninguno ha podido explicármelo.

25 José le dijo al rey:

—Los dos sueños que tuvo Su Majestad son uno solo. Dios le ha hecho saber a usted lo que piensa hacer.

26 Las siete vacas gordas son siete años, lo mismo que las siete espigas llenas de trigo; el sueño es uno solo.

27 Las siete vacas flacas y feas que salieron detrás de aquéllas son también siete años, lo mismo que las siete espigas marchitas y resecadas por el viento del desierto. Ellas significan siete años de hambre.

28 »Dios quiere que Su Majestad sepa lo que él está a punto de hacer.

29 Egipto va a tener siete años de abundantes cosechas,

30-31 pero después vendrán siete años en que no habrá qué comer. Cuando eso suceda, nadie se acordará de la abundancia que antes hubo. Habrá tanta hambre que acabará con el país.

32 Su Majestad tuvo el mismo sueño en dos formas distintas, y eso significa que Dios ha decidido hacerlo, y lo va a hacer muy pronto.

33 »Yo le sugiero a Su Majestad que busque a alguien muy sabio e inteligente, y que lo ponga a cargo del país.

34 También le sugiero que nombre gente que se encargue de recoger la quinta parte de las cosechas durante los siete años de abundancia.

35 Durante los siete años buenos que van a venir, Su Majestad debe darles autoridad para que junten y almacenen en las ciudades todos los alimentos y el trigo.

36 Ese alimento quedará guardado, para usarlo durante los siete años de hambre que habrá en Egipto. Así el país no quedará arruinado por el hambre.

37 El rey y sus consejeros estuvieron de acuerdo en que el plan de José era bueno,

38 y el rey les comentó: «En ningún lado vamos a encontrar a nadie más inteligente que este joven».

39-41 Por eso le dijo a José:

—Dios te ha dado a conocer todo esto, y eso quiere decir que no hay nadie tan sabio e inteligente como tú. Por eso, a partir de este momento quedas a cargo de mi palacio y de todo mi pueblo. Todos en Egipto tendrán que obedecerte. Sólo yo tendré más poder que tú, porque soy el rey.

42 Después, el rey se quitó el anillo que usaba para sellar sus cartas, y se lo puso a José. Luego ordenó que lo vistieran con ropas de lino fino y que le pusieran un collar de oro,

43 y le pidió que lo acompañara en su carro, como su gobernador. Delante de José gritaban: «¡Abran paso!» Así fue como el rey puso a José a cargo de todo su país.

44 Luego le dijo a José: «Aunque yo soy el rey de Egipto, nadie en este país hará nada sin tu permiso».

45 Además, el rey le cambió el nombre a José, y le puso Safenat-panéah, y le dio por esposa a la hija de Potifera, sacerdote de On, la cual se llamaba Asenat. Después de eso, José comenzó a recorrer todo Egipto.

José se hace cargo de Egipto

46 José tenía treinta años cuando se despidió del rey y comenzó a viajar por todo Egipto.

47 Durante los siete años de abundancia, en todo Egipto hubo muy buenas cosechas,

48 así que José juntó todo el alimento que se produjo en esos siete años y lo almacenó. En cada ciudad guardó el alimento que produjeron los campos vecinos.

49 José almacenó tanto trigo que parecía haber juntado toda la arena del mar; hasta dejó de anotar la cantidad de trigo guardada, porque ya no era posible llevar la cuenta.

50 Antes de que llegaran los años de escasez, Asenat y José tuvieron dos hijos.

51 Al primero de ellos José lo llamó Manasés porque dijo: «Dios ha hecho que me olvide de todos mis problemas y de la familia de mi padre».

52 A su segundo hijo lo llamó Efraín, porque dijo: «Dios permitió que yo tuviera hijos en este país donde he sufrido tanto».

53-54 Tal como lo había anunciado José, a los siete años de abundancia siguieron los siete años de escasez. Y aunque había hambre en todos los otros países, en Egipto había de comer.

55 Cuando comenzó a sentirse el hambre en Egipto, los egipcios fueron a pedirle al rey que les diera de comer. Entonces el rey les dijo: «Vayan a ver a José, y hagan lo que él les diga».

56 Cuando ya no había comida en todo el país, José abrió los almacenes y les vendió trigo a los egipcios.

57 Era tanta la escasez de alimentos que de todos los países iban a Egipto para comprarle trigo a José.