Salmos 31

Tú eres quien me protege

(1) Himno de David.

1 Dios de Israel,

tú eres un Dios justo;

no me dejes pasar vergüenza.

¡Sálvame, pues confío en ti!

2 Préstame atención,

ven pronto a socorrerme.

Protégeme como una enorme roca,

rodéame como una alta muralla.

3 ¡Tú eres la roca que me protege!

¡Tú eres la muralla que me salva!

Guíame y dirígeme,

pues así lo prometiste.

4 No me dejes caer en la trampa

que me han puesto mis enemigos;

¡tú eres mi protector!

5 Tú eres un Dios fiel.

¡Sálvame!

¡Mi vida está en tus manos!

6 Odio a los queadoranídolos,

pues éstos no sirven para nada;

¡pero yo en ti confío!

7 Tu bondad me llena de alegría,

pues me viste sufrir y me cuidaste,

8 me libraste de mis enemigos,

y me diste libertad.

9 Dios mío, tenme compasión,

pues estoy muy angustiado,

siento dolor en todo el cuerpo

y mis ojos ya no aguantan más.

10 Toda mi vida he sufrido,

toda mi vida he llorado;

mi maldad me debilita,

mis huesos no me sostienen.

11 Amigos y enemigos

me ven como poca cosa;

al verme en la calle

se espantan y huyen de mí.

12 Me tienen olvidado,

como si ya me hubiera muerto;

¡parezco un vaso hecho pedazos!

13 Mucha gente habla mal de mí,

y hasta mí llegan sus chismes

de que parezco un fantasma.

Todos se han puesto en mi contra,

y hasta quieren matarme.

14 ¡Pero tú eres mi Dios!

¡En ti he puesto mi confianza!

15 Mi vida está en tus manos;

¡sálvame de mis enemigos!,

¡sálvame de los que me persiguen!

16 Yo estoy a tu servicio:

¡muéstrame tu buena voluntad!

¡Por tu gran amor, sálvame!

17 Dios mío,

mira que te estoy llamando;

no me dejes pasar vergüenza.

¡Que pasen vergüenza los malvados!

¡Échalos a la tumba!

18 ¡Calla a esos mentirosos,

que me desprecian y me humillan!

19 Tú eres muy bondadoso

con la gente que te honra;

a la vista de todo el mundo

derramas tu bondad

sobre los que en ti confían.

20 Tu presencia los pone a salvo

de los planes malvados;

tú los proteges de la maldad

como protege la gallina a sus pollitos.

21 ¡Benditoseas, Dios mío!

Cuando yo estuve en problemas

me mostraste tu gran amor.

22 Estaba yo tan confundido

que hasta llegué a pensar

que no querías ni verme.

Pero a gritos pedí tu ayuda,

y tú escuchaste mis ruegos.

23 Ustedes, los que aman a Dios,

¡demuéstrenle su amor!

Nuestro Dios protege

a los que merecen su confianza,

pero a los orgullosos

les da su merecido.

24 Todos ustedes,

los que confían en Dios,

¡anímense y sean valientes!

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