Nahúm 3

Un canto fúnebre

1 Así dice nuestro Dios:

«¡Pobrecita de ti,

capital de Asiria!

¡Estás llena de asesinos,

de mentirosos y ladrones

que no se cansan de robar!

2 »¡Ya se escuchan los látigos

y el estruendo de las ruedas!

¡Ya se oye el galopar de los caballos

y el ruido de los carros de guerra!

3 ¡Ya ataca la caballería,

y deslumbran las espadas y las lanzas!

¡No es posible contar los heridos

ni saber cuántos son los muertos!

¡Los cadáveres se amontonan!

¡La gente tropieza con ellos!

4 »Asiria, esto te ha pasado

por engañar a los pueblos.

Las naciones se enamoraron

de tus dioses y brujerías,

y entraron en tratos contigo.

5 »Pero yo estoy en contra tuya,

y haré que las naciones y reinos

se den cuenta de lo que en verdad eres.

6 Voy a embarrarte de excremento,

y quedarás en vergüenza.

7 Todos los que te vean

se alejarán de ti, diciendo:

“¡Asiria está destruida!

¿Habrá alguien que la consuele?

¿Habrá quién le tenga compasión?”

Yo soy el Dios de Israel,

y juro que así lo haré.

8-10 »Nínive, capital de Asiria,

tú no eres mejor que Tebas.

A esa ciudad la protegía el río Nilo.

La protección que le brindaban

Etiopía, Egipto, Fut y Libia

aumentaba su poder.

»Pero Tebas fue conquistada.

A sus pobres niños

los estrellaron contra el suelo.

A la gente importante

se la repartieron en sorteo,

y a sus jefes se los llevaron

a un país lejano.

11 »También tú, Asiria,

te quedarás tambaleando

como si estuvieras borracha.

Tratarás de esconderte de tus enemigos,

pero no lo conseguirás.

12 Tus murallas se caerán;

serán como higueras

cargadas de higos maduros,

que si alguien las sacude,

sus higos caen al suelo

y la gente se los come.

13 »El fuego ha quemado tus portones,

y el enemigo ya está por entrar;

por eso tus soldados se acobardan.

14 Aunque guardes mucha agua

para resistir el ataque,

de nada te servirá.

Aunque hagas muchos ladrillos

para reforzar tus murallas,

15 morirás quemada por el fuego

y destrozada por la guerra;

el enemigo acabará contigo

como unaplagade saltamontes.

De nada te servirán

tu fuerza militar y tus muchos soldados.

16-17 »Tus comerciantes y tus generales

son tantos como las estrellas del cielo,

¡pero en cuanto ven el peligro

huyen como saltamontes!

Todos conocemos a estos insectos:

en cuanto cambian de piel, vuelan;

en un día frío se paran a calentarse;

pero en cuanto sale el sol

emprenden vuelo y desaparecen.

18-19 »Rey de Asiria,

tú hiciste sufrir a muchas naciones.

Pero ahora van a morir

tus generales y tus jefes principales.

Tu ejército andará perdido por los montes,

y no habrá quien pueda reunirlo.

Tú estás herido de muerte,

y ya nadie podrá sanarte.

Todos los que oyen la noticia

aplauden de alegría».

Miqueas 1

1 Yo soy Miqueas de Moréset. Dios me comunicó lo que pensaba hacer contra las ciudades de Samaria y Jerusalén. Esto sucedió cuando Jotán, Ahaz y Ezequías eran reyes de Judá. Esto es lo que Dios me dijo:

Juicio contra Samaria

2 «¡Escúchenme bien,

pueblos todos de la tierra!

¡Préstenme atención,

habitantes de este país!

Yo soy el Dios de Israel

y desde misantotemplo

voy a denunciar sus maldades.

3 »Ya estoy por salir

y destruiré los pequeños templos

que han construido

en los cerros de este país.

4 »Cuando ponga mis pies

sobre las montañas,

ellas se derretirán

como la cera en el fuego,

y los valles se partirán en dos,

como se parten las montañas

cuando los ríos bajan por ellas.

5 »Todo esto sucederá

por la rebeldía de los israelitas,

pues ya son muchos suspecados.

Los de Israel pecaron

en la ciudad de Samaria;

los de Judáadorarona otros dioses

en la ciudad de Jerusalén.

6 Por eso convertiré a Samaria

en un montón de ruinas;

esparciré sus piedras por el valle

y la dejaré al descubierto.

¡Sólo servirá para plantar viñedos!

7 »Por eso haré pedazos

todos losídolosde Samaria.

Los hicieron con las monedas

que ganaron las prostitutas;

¡pues yo los fundiré en el fuego

y en monedas los convertiré de nuevo!»

Lamento de Miqueas

8-9 Entonces yo dije:

«Samaria y mi pueblo Judá

han sido heridos de muerte.

La muerte también amenaza

a Jerusalén, capital de Judá.

»Por eso lloro y estoy triste;

por eso ando desnudo y descalzo;

por eso chillo como avestruz,

por eso lanzo aullidos como chacal.

10 »Pero no se pongan a llorar

ni digan nada a los de Gat.

Más bien retuérzanse de dolor

en ese pueblo polvoriento

que se llama Polvareda.

11 »Ustedes, habitantes de Bellavista,

serán llevados como esclavos;

avanzarán desnudos y avergonzados.

Habrá lágrimas en el pueblo vecino,

pero los habitantes de Zaanán

no saldrán en su ayuda.

12 Los habitantes del pueblo de Amargura

se quedarán esperando ayuda,

pero Dios enviará la desgracia

hasta la entrada misma de Jerusalén.

13 »Ustedes, habitantes de Laquis,

¡enganchen sus caballos a los carros!

Fue en la ciudad de ustedes

donde todos nuestros males comenzaron.

Allípecaronlos israelitas,

y allí pecaron los de Jerusalén.

14 Por eso tendrán que despedirse

de su amado pueblo de Moréset-gat.

Los reyes de Israel serán engañados

en el pueblo llamado Trampa».

15 Y Dios dijo:

«Contra ustedes,

habitantes del pueblo llamado Conquista,

voy a enviar un conquistador,

y aun los israelitas más valientes

huirán hasta la cueva de Adulam.

16 Habitantes de Jerusalén,

¡lloren y aféitense la barba!,

¡lloren y córtense el cabello

hasta quedar calvos como un buitre!

¡Sus hijos queridos serán llevados

a un país lejos de aquí!»

Miqueas 2

La maldad de los poderosos

1 Dios continuó diciendo:

«¡Gente malvada,

qué mal les va a ir a ustedes!

Al acostarse hacen planes malvados;

al levantarse los llevan a cabo,

porque tienen el poder de hacerlo.

2 Si quieren terrenos, los invaden;

si quieren casas, se adueñan de ellas;

maltratan al dueño y a su familia,

y con engaños los echan fuera.

3 »Por eso yo, el Dios de Israel,

también tengo planes contra ustedes:

voy a enviarles una desgracia

de la que no podrán librarse.

Les vienen tiempos tan difíciles

que se les acabará el orgullo.

4 Cuando llegue ese día,

la gente se burlará de ustedes

y les cantará esta canción:

“¡Se han quedado en la ruina!

¡Antes eran el pueblo de Dios,

pero han cambiado de dueño!

¡Nuestros ejércitos los conquistaron

y nos repartimos sus campos!”

5 »¡Escúchenme, israelitas!

Ustedes fueron mi pueblo,

pero no volveré a darles terrenos.

6-7 »Ustedes los israelitas

no quieren que losprofetas

les den malas noticias.

Ustedes no quieren creer

que algo malo puede sucederles;

por eso no quieren escucharlos.

Les dicen que yo no estoy enojado,

y que ése no es mi modo de actuar.

Dicen que yo siempre trato bien

a todos los que hacen lo bueno.

8 »Si ustedes fueron mi pueblo,

¿por qué ahora son mis enemigos?

A los que vuelven de la guerra

y van tranquilos por el camino,

les arrebatan la ropa;

9 a las mujeres de mi pueblo

les quitan las casas,

donde antes vivían felices,

y a sus hijos les arrebatan

las riquezas que yo mismo les di.

10 »¡Vamos, largo de aquí!

¡Ustedes han hecho de mi templo

una sala de diversiones!

¡Por eso voy a destruirlo!

11 Ustedes serían felices

con profetas mentirosos

que sólo hablaran de vino y de licor.

Dios da esperanza a su pueblo

12 »Pero a losdescendientesde Jacob

que hayan quedado con vida,

los reuniré como a un rebaño.

Tal vez no sean muchos,

pero harán mucho alboroto.

13 Yo mismo iré delante de ellos

para abrirles paso y darles libertad.

¡Yo soy su Dios y su rey!

Miqueas 3

Los malos gobernantes

1-3 »¡Escúchenme ustedes,

jefes y gobernantes de Israel!

¡Ustedes debieran hacer justicia,

pero hacen todo lo contrario!

Prefieren hacer lo malo,

en lugar de hacer lo bueno.

Maltratan mucho a mi pueblo;

se lo están comiendo vivo.

4 »Por eso, cuando me llamen,

yo no les responderé.

Es tan grande su maldad

que los abandonaré».

Los profetas mentirosos

5 A losprofetasque engañan a mi pueblo, Dios les ha dicho:

«Ustedes sólo hablan de paz

a quienes les dan de comer,

pero a quienes no los alimentan

les declaran la guerra.

6 Por eso no les voy a informar

lo que pienso hacer.

Nunca más les comunicaré mensajes

y ya no podrán anunciar el futuro.

7 Esos profetas y adivinos

quedarán en completo ridículo.

No tendrán nada que decir,

porque yo no les responderé».

8 Pero yo, Miqueas, estoy lleno del poder de Dios. Por eso puedo afirmar que nuestro Dios es un Dios justo. También puedo acusar a los israelitas de ser un pueblopecadory desobediente.

La derrota de Jerusalén

9 Dios dijo:

«¡Escúchenme ustedes,

jefes y gobernantes de Israel!

Ustedes rechazan la justicia,

y no respetan ninguna ley.

10 En Jerusalén y en mi templo

los crímenes y la violencia

son cosa de todos los días.

11 Lossacerdotes,profetasy jueces

enseñan, predican o dictan sentencia

sólo a cambio de dinero.

»Y para colmo se atreven a decir:

“No tenemos nada que temer.

¡Dios está con nosotros!”

12 »¡Por culpa de ustedes

mi templo será derribado!

¡Por culpa de ustedes

Jerusalén quedará en ruinas,

y el monte de Sión

se cubrirá de maleza!»

Miqueas 4

Paz a las naciones

1 En el futuro,

el monte donde se encuentra

el templo de nuestro Dios

será el monte más importante.

Allí vendrán muchos pueblos

2 y gente de muchas naciones,

y unos a otros se dirán:

«Subamos al monte de Sión,

al templo del Dios de Israel,

para que él mismo nos enseñe

y obedezcamos susmandamientos.

»Dios mismo será nuestro maestro

desde el monte de Sión,

¡desde la ciudad de Jerusalén!

3 Dios mismo dictará sentencia

contra naciones y pueblos lejanos,

y ellos convertirán sus espadas

en herramientas de trabajo.

Nunca más nación alguna

volverá a pelear contra otra,

ni se entrenará para la guerra.

4 »Todo el mundo vivirá tranquilo

bajo la sombra de su viña,

o a la sombra de su higuera,

porque así Dios lo ha prometido.

5 ¡Qué importa que otras naciones

adorena sus propios dioses!

¡Nosotros siempre obedeceremos

a nuestro poderoso Dios!»

Dios salvará a Israel

6-7 Así ha dicho nuestro Dios:

«Mi pueblo parece un rebaño

de ovejas cojas y perdidas,

porque está sufriendo mi castigo.

Pero ya está cerca el día

en que volveré a reunirlo.

Cuando llegue ese día,

con los pocos que hayan quedado

volveré a hacer una gran nación,

y desde mi templo en Jerusalén

reinaré sobre ella para siempre.

8 »Hermoso monte de Sión,

tú has sido una torre protectora

para mi amada Jerusalén;

así que volverás a ser como antes,

¡serás la gran capital de mi pueblo!

9-10 »Tú, Jerusalén,

lloras y te retuerces de dolor,

como si fueras una mujer

a punto de tener un hijo.

Pero no hay razón para que llores;

¡tienes rey y no te faltan consejeros!

Más bien, llora

porque tus habitantes te abandonarán

y vivirán en el campo,

y después serán llevados a Babilonia.

Sin embargo, yo los pondré en libertad;

¡yo mismo los libraré

del poder de sus enemigos!

11 »Muchas naciones se han reunido,

y dicen en contra tuya:

“¡Ojalá podamos ver

la derrota de Jerusalén!”

12 »Pero esas naciones no saben

lo que tengo pensado hacer;

es algo que no pueden entender:

¡voy a juntarlas para hacerlas polvo!

13 »¡Vamos, Jerusalén!

¡Levántate y hazlos pedazos!

Yo te daré la fuerza de un toro,

para que destruyas a muchos pueblos;

¡tus cuernos parecerán de hierro!,

¡tus cascos parecerán de bronce!

Les quitarás todas sus riquezas

y me las entregarás,

pues toda la tierra me pertenece.»

Miqueas 5

Grandeza de la pequeña Belén

1 Yo, Miqueas, anuncio:

«Jerusalén, Jerusalén,

prepárate para la guerra.

Por medio de tus enemigos

Dios castigará duramente

al rey de Israel.

2 »Pero tú, Belén Efrata,

entre los pueblos de Judá

eres un pueblo pequeño,

pero llegarás a ser muy importante.

En ti nacerá un rey

de familia muy antigua,

que gobernará sobre Judá.

3 »Dios nos va a abandonar

hasta que nazca ese rey.

Luego de su nacimiento

los que hayan quedado con vida

se reunirán con los demás israelitas.

4 Entonces Dios le dará a ese rey

toda su fuerza y poder

para dirigir a su pueblo

y hacerlo vivir en paz.

Ese rey extenderá su dominio

hasta el último rincón de la tierra.

5-6 »Cuando vengan los asirios

para invadir nuestro país

y quieran ocupar nuestros palacios,

ese rey nos librará de ellos

y nos hará vivir en paz.

Ordenará que los ataquen

siete jefes y ocho capitanes.

¡Así conquistaremos por la fuerza

el país de Asiria, territorio de Nimrod!

Judá entre las naciones

7-8 »Los que quedemos con vida

seremos entre las naciones,

como la lluvia que Dios envía:

cae del cielo y riega la hierba

sin la intervención humana.

Seremos también como los leones:

cuando están entre un rebaño,

atrapan a las ovejas y las destrozan,

y no las dejan escapar.

9 ¡Tú, mi Dios, atacarás a tus enemigos

y los destruirás por completo!»

Destrucción total

10 Dios dijo a su pueblo:

«Cuando llegue ese día,

mataré a todos tus caballos

y destruiré tus carros de guerra.

11 Destruiré también tus ciudades

y derribaré todas tus torres.

12 Pondré fin a tus hechicerías

y acabaré con todos tus adivinos.

13 Destruiré tusídolosy tus imágenes,

y no volverás aadorar

a dioses que tú mismo hiciste.

14 ¡Yo destruiré tus ciudades

y las imágenes de tu diosa Astarté!

15 ¡Yo me vengaré con gran furia

de las naciones que no me obedecieron!»

Miqueas 6

Pleito de Dios contra Israel

1-3 Israelitas, prestemos atención. Nuestro Dios tiene un pleito contra nosotros, y ahora mismo está presentando su acusación. Esto es lo que Dios nos dice:

«Pueblo mío,

tengo una queja contra ti,

y espero que te defiendas.

Llama como testigos a tu favor

a las montañas y a las colinas,

y pídeles que escuchen tu defensa.

»Pero antes quiero que me digas:

¿en qué te he perjudicado?,

¿en qué te he ofendido?

4 Recuerda que yo te di libertad;

yo fui quien te sacó de Egipto,

país donde eras esclavo;

yo envié a Moisés, a Aarón y a María

para que te sacaran de allí.

5 »Recuerda también, pueblo mío,

que Balac, rey de Moab,

tenía pensado hacerte daño,

pero que Balaam hijo de Beor

tebendijoen mi nombre.

»No olvides tampoco lo que ocurrió

cuando pasaste de Sitim a Guilgal;

reconoce que yo fui quien te salvó».

Lo que Dios espera de su pueblo

Ustedes, israelitas, se defienden diciendo:

6 «Altísimo Dios y rey nuestro,

¿cómo podemos presentarnos ante ti?

Podemos ofrecerte terneros de un año,

pero no es eso lo que quieres;

7 podemos ofrecerte mil carneros,

o diez mil litros de aceite,

pero tampoco eso te agrada;

¡ni siquiera esperas comoofrenda

al mayor de nuestros hijos

en pago por nuestrospecados!»

8 Pero ya Dios les ha dicho qué es lo mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes. Es muy sencillo: Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que loadorencomo su único Dios.

El castigo de Jerusalén

9 Habitantes de Jerusalén, escuchen las palabras de nuestro Dios:

10-11 «Israelitas,

ya no voy a soportar

que sigan siendo tan malvados.

Todo lo que hacen me disgusta.

Se hacen ricos mediante el engaño;

usan pesas y medidas falsas,

y luego amontonan en sus casas

todo lo que se han robado.

12 Los ricos se aprovechan de los pobres,

y todos en esta ciudad son unos mentirosos.

13 »Por eso voy a castigarlos;

¡voy a destruirlos por suspecados!

14 Aunque coman, no quedarán satisfechos,

sino que se quedarán con hambre;

lo que cosechen, lo perderán;

y aun si logran rescatar algo,

yo haré que lo pierdan en la guerra.

15 »Sembrarán trigo,

pero no llegarán a cosecharlo;

exprimirán aceitunas para sacar aceite,

pero no llegarán a usarlo;

exprimirán uvas para hacer vino,

pero no llegarán a beberlo.

16 Ustedes se han portado

tan mal como Omrí, rey de Israel;

¡han seguido el mal ejemplo

de la familia del rey Ahab!

Por eso voy a destruirlos;

¡voy a hacer que la gente

los humille y se burle de ustedes!»

Miqueas 7

Lamento del profeta

1 Yo, Miqueas, soy un miserable,

y quisiera calmar mi apetito.

Ando en busca de uvas o higos,

pero no encuentro nada que comer;

ya todo lo han cosechado.

2 Ya no hay en este mundo

gente buena y que ame a Dios;

unos a otros se hacen daño.

Sólo esperan el momento

de matarse unos a otros.

3 Los gobernantes y los jueces

exigen dinero para favorecer a los ricos.

Los poderosos dicen lo que quieren

y siempre actúan con falsedad.

¡Son unos maestros para hacer lo malo!

4 ¡El más bueno y honrado de ellos

es peor que una mata de espinos!

Pero ya está cerca el día

en que Dios los castigará,

tal como lo anunciaron losprofetas.

¡Ese día no sabrán qué hacer!

5-6 Por eso, no confíen en nadie

ni crean en lo que otros les digan.

Tengan cuidado de lo que hablan,

porque los hijos y las hijas

no respetan a sus padres,

las nueras desprecian a sus suegras,

y nuestros peores enemigos

los tenemos en la familia.

¡Por eso no confíen en nadie,

ni en su propia esposa!

7 Yo, por mi parte,

pondré mi confianza en Dios.

Él es mi salvador,

y sé que habrá de escucharme.

Dios salvará a su pueblo

8 Los israelitas dijeron:

«Babilonia, nación enemiga,

no te alegres de vernos en desgracia.

Fuimos derrotados,

pero volveremos a levantarnos;

ahora estamos en graves problemas,

pero el Dios de Israel nos salvará.

9 »Es verdad quepecamoscontra Dios;

por eso soportamos su castigo.

Pero un día habrá de juzgarnos,

y entonces nos hará justicia

y nos hará gozar de su salvación.

10 »Babilonia, enemiga nuestra,

tú preguntabas por nuestro Dios;

¡pues vas a quedar en vergüenza

cuando veas lo que hará por nosotros!

¡Ya nos alegraremos al verte

pisoteada como el barro de las calles!

11 »Jerusalén,

ya está cerca el día

en que tus muros serán reconstruidos

y tu territorio será extendido.

12 Ya está cerca el día

en que vendrán a visitarte

pueblos de todas partes:

vendrán de Asiria y de Egipto,

del río Nilo y del río Éufrates,

de un mar a otro mar,

de una montaña a otra montaña;

13 porque el territorio de esos países

quedará hecho un desierto

por los pecados de sus habitantes.

Oración a favor del pueblo

14 »Dios nuestro,

cuida de tu pueblo;

cuida de este rebaño tuyo.

Aunque vivimos en tierras fértiles

parecemos ovejas perdidas en el bosque.

Tú eres nuestro pastor,

ven y ayúdanos

como lo hiciste en otros tiempos.

Aliméntanos con lo mejor

que nos ofrecen las regiones

de Basán y de Galaad.

15 »Muéstranos tus grandes acciones,

como cuando nos sacaste de Egipto.

16 ¡Haz que las naciones poderosas

las vean y se queden asombradas!

¡Haz que de la sorpresa

no sepan qué hacer ni qué decir!

17 »Dios nuestro,

¡obliga a esas naciones

a arrastrarse por el suelo,

como lo hacen las serpientes!

¡Obliga a esos pueblos

a salir de sus refugios,

para que llenos de miedo

se humillen ante ti!

18 »No hay otro Dios como tú.

Somos pocos los que quedamos con vida.

Tú perdonas nuestra maldad

y olvidas nuestropecado.

Tan grande es tu amor por nosotros

que tu enojo no dura para siempre.

19 »¡Vuelve a compadecerte de nosotros,

y arroja todos nuestros pecados

a lo más profundo del mar!

20 Déjanos disfrutar de tu amor y fidelidad,

porque así lo prometiste

a Abraham, a Jacob,

y a todos nuestrosantepasados».

Jonás 1

Jonás desobedece a Dios

1 Cierto día, un hombre llamado Jonás hijo de Amitai recibió un mensaje de parte de Dios:

2 «¡Levántate, ve a la gran ciudad de Nínive y diles que ya he visto lo malvados que son!»

3 Pero en vez de ir a Nínive, Jonás decidió irse lo más lejos posible, a un lugar donde Dios no pudiera encontrarlo. Llegó al puerto de Jope y encontró un barco que estaba a punto de salir. Pagó su pasaje y se embarcó, contento de irse lo más lejos posible de Dios.

4 Cuando ya estaban en alta mar, Dios mandó un viento muy fuerte que pronto se convirtió en una terrible tempestad. El barco estaba a punto de romperse en pedazos.

5 Cada uno de los marineros, temblando de miedo, llamaba a gritos a su dios. Ya desesperados, arrojaron al mar toda la carga del barco para quitarle peso. Mientras tanto, Jonás dormía plácidamente en la bodega del barco.

6 El capitán se le acercó y le dijo:

—¡Qué haces aquí, dormilón! ¡Levántate y pide ayuda a tu dios! ¡Tal vez nos salve al ver que estamos en peligro!

7 Al mismo tiempo, los marineros decían:

—Echemos suertes para saber quién tiene la culpa de nuestra desgracia.

Echaron suertes, y Jonás resultó culpable.

8 Entonces, los marineros preguntaron a Jonás:

—¡Dinos ya por qué estamos sufriendo todo esto! ¿En qué trabajas? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué nacionalidad eres?

9 Jonás respondió:

—Soy hebreo yadoroa nuestro Dios, soberano y creador de todas las cosas. Lo que está pasando es culpa mía, pues estoy huyendo de él.

10-11 Los marineros, llenos de terror, le dijeron:

—¿Por qué has hecho esto? ¿Qué podemos hacer contigo? ¡El agua se nos viene encima y la tormenta se está poniendo más violenta!

12 —Échenme al mar, y el mar se calmará —contestó Jonás—. Esta terrible tempestad cayó sobre ustedes por mi culpa.

13 Los marineros comenzaron a remar con todas sus fuerzas, tratando de acercar el barco a tierra; pero no pudieron. Las olas eran cada vez más altas, y la tormenta casi los destruía.

14 Desesperados, los marineros gritaron: «¡Dios! ¡Por favor, no nos dejes morir por matar a un hombre inocente! No nos culpes de su muerte, pues eres tú, Dios mío, quien ha querido hacer todo esto».

15 Entonces los marineros tomaron a Jonás y lo tiraron al mar. De inmediato el mar se calmó.

16 Al ver lo sucedido, los marineros reconocieron al Dios de Israel como su Dios, le presentaron unaofrenday prometieron seguir adorándolo.

17 Entonces Dios mandó un pez enorme, que se tragó a Jonás. Y Jonás estuvo dentro del pez tres días y tres noches.

Jonás 2

Jonás ora a Dios

1 Desde allí, Jonás oró a Dios:

2 «Cuando estaba sufriendo,

tú, mi Dios, me ayudaste.

Cuando estaba casi muerto,

pedí ayuda y me la diste.

3 »Me arrojaste a lo más hondo del mar.

Sólo agua veía yo por todos lados;

grandes olas cruzaban sobre mí.

4 »Llegué a pensar que ya no me querías,

que no volvería a entrar en tu templo.

5 »Me había hundido por completo.

El mar me cubría todo,

y las algas se enredaban en mi cabeza.

6 »Creí que ya nunca saldría del fondo del mar.

Pero tú, Dios mío, me salvaste la vida.

7 »Cuando ya estaba sin fuerzas,

me acordé de ti, y oré.

Mi oración llegó hasta tu santuario.

8 »Los queadorana otros dioses,

a losídolossin vida,

no pueden decir que tú eres su Dios.

9 »Pero yo voy a adorarte

y a cantarte con alegría.

Cumpliré las promesas que te hice.

¡Porque sólo tú puedes salvar!»

10 Por fin, Dios le ordenó al pez: «¡Arroja a Jonás en la orilla del mar!»