Job 37

1 »Tiemblo ante la tormenta,

y siento que el corazón

se me sale del pecho.

2 ¡Escuchen la voz de Dios!

¡Escuchen su voz de trueno!

3 ¡Dios deja oír su voz

de un lado a otro del cielo,

y hasta el fin del mundo!

4 Mientras se oye su voz poderosa,

¡rayos luminosos cruzan el cielo!

5 Cuando Dios deja oír sus truenos,

suceden cosas maravillosas

que no alcanzamos a comprender.

6 Dios les ordena

a la nieve y a la lluvia

que caigan sobre la tierra

y demuestren su poder.

7 Así todos se quedan en sus casas

y reconocen el poder de Dios.

8 Los animales corren a sus cuevas

para protegerse de la tormenta.

9 Con los vientos del sur

llega la tormenta;

con los vientos del norte

se presenta el frío.

10 Dios sopla sobre el agua,

y ésta se hace hielo.

11-12 A una orden de Dios,

las nubes se llenan de lluvia

y se van a recorrer la tierra,

cubriéndola con sus relámpagos.

13 Y Dios deja caer la lluvia:

para unos comobendición;

para otros como castigo.

14 »Job, ponte a pensar

en las maravillas de Dios.

15 ¿Puedes decirme cómo

controla las nubes,

y cómo nos deslumbra

con sus relámpagos?

16 Tú, que dices saberlo todo,

¿puedes decirme cómo hace Dios

para que las nubes floten?

17-18 Dios puede cubrir con nubes

el cielo más ardiente,

y así evitar que sufras

el calor que viene del sur.

¡Eso tú no lo puedes hacer!

19 »Soy tan ignorante

que no sé qué decirle a Dios;

enséñame cómo responderle.

20 Yo ni me atrevo a hablarle,

pues podría perder la vida.

21 Si el cielo está despejado,

nadie puede mirar al sol,

22 ¡y ahora viene del norte

un brillante resplandor!

¡Es Dios,

que viene con todo su poder!

23 No podemos ir a su encuentro,

su justicia y rectitud no tienen límite;

su poder es enorme.

24 Él no toma en cuenta

a los que se creen muysabios,

por eso todos le temen».

Job 38

Dios responde a Job

1 Dios le respondió a Job desde la tormenta:

2 «¿Quién eres tú

para dudar de misabiduría,

si sólo tonterías has dicho?

3 ¡Vamos a ver qué tan valiente eres!

Ahora yo voy a hablar,

y tú me vas a escuchar.

4 »Si de veras sabes tanto,

dime dónde estabas

cuando puse las bases de la tierra.

5 ¡Tú no sabes

quién la midió metro a metro,

6 quién puso la primera piedra

y en qué descansan sus cimientos!

7 ¡Tú no estabas allí,

mientras cantaban las estrellas

y losángelesdanzaban!

8-11 »Dime quién puso límites al mar

cuando éste cubrió la tierra;

dime cuándo lo envolví entre nubes

y lo dejé en la oscuridad;

dime cuándo les mandé a las olas

no pasar más allá de la playa.

12 »¿Alguna vez en tu vida

le has dado órdenes al sol

para que comience un nuevo día?

13 ¿Alguna vez en tu vida

le has dado órdenes a la tierra

para que se quite de encima

a los malvados?

14 Cuando la luz del nuevo día

se asoma tras las montañas,

15 los malvados no soportan su luz,

y allí se acaba su poder.

16 »¿Has bajado al fondo del mar

para ver dónde nace el agua?

17 ¿Has bajado al reino de la muerte

y visitado a los muertos?

18 Si en verdad lo sabes todo,

dime cuánto mide la tierra.

19 »¿Sabes dónde viven

la luz y la oscuridad?

20 ¿Puedes llevarlas al trabajo,

y regresarlas a su casa?

21 ¡Claro que no!

No has vivido tantos años

ni naciste antes que ellas.

22 »¿Has estado en los depósitos

donde guardo la nieve y el granizo?

23 Yo los tengo guardados

para los tiempos de guerra

y para castigar a los malvados.

24 ¿Sabes hacia dónde

se dirigen los relámpagos,

y a qué regiones de la tierra

viajan los vientos del este?

25 ¿Sabes quién deja caer

las lluvias torrenciales,

26 y quién riega los desiertos,

donde nadie vive?

27 ¿Quién riega los campos secos

y los convierte en verdes prados?

28 ¿Quién produce la lluvia y el rocío?

29-30 ¡Dime de dónde salen

el hielo y la escarcha,

cuando el agua del mar profundo

se endurece como la roca!

31-32 »¿Puedes hacer que las estrellas

se agrupen en constelaciones

y aparezcan todas las noches?

Allí tienes a la Osa Mayor, a Orión,

las Siete Cabritas y la Cruz del Sur.

33 ¡Si no sabes gobernar la tierra,

cómo podrías gobernar el cielo!

34 »¿Puedes ordenar que llueva

con sólo levantar la voz?

35 ¿Puedes darle órdenes al rayo,

y hacer que te obedezca?

36 Dime quién les dio sabiduría

al gallo y a las otras aves.

37 Dime si eres capaz

de contar las nubes

y hacer que llueva

38 para humedecer la tierra

cuando ésta se reseca.

39 »Tú no consigues comida

para las leonas y sus cachorros,

40 mientras duermen o descansan

en el fondo de sus cuevas.

41 Tú no alimentas a los cuervos,

cuando sus polluelos andan perdidos

y me piden de comer.

Job 39

1-2 »¿Sabes cuándo nacen

las cabras monteses?

¿Has visto nacer a los venados

y cuánto tardan en nacer?

3-4 Al llegar el momento,

la madre se encorva en el bosque

y tiene a sus críos;

ellos crecen y se hacen fuertes,

y luego se van para no volver.

5 »Yo soy quien hizo libres

a los burros salvajes;

6 yo soy quien les dio el desierto

para que vivan allí.

7 Son tan libres que no hacen caso

de los ruidos de la ciudad

ni de los gritos de los arrieros.

8 Y así, andan por los cerros

en busca de pastos verdes.

9 »¿Tú crees que un toro salvaje

estará dispuesto a servirte

y a dormir en tus establos?

10 ¿Tú crees que si lo amarras

podrás hacer que te siga,

y que no se aparte del surco

hasta que cultives tus campos?

11 ¿Puedes confiar en su fuerza

y echar sobre sus lomos

todo el peso de tu trabajo?

12 ¿Puedes hacer que el toro

junte todo tu grano

y lo lleve hasta el molino?

13 »El avestruz es muy alegre,

y le gusta agitar sus alas,

pero no es un ave cariñosa:

14 pone sus huevos en la arena,

y allí los deja empollar;

15 ¡no parece importarle

que una fiera los aplaste!

16 Maltrata a sus polluelos

como si no fueran suyos,

y no le importa que se pierdan.

17 Cuando yo repartí lasabiduría,

no le di su porción de inteligencia,

18 pero cuando extiende sus alas

es más veloz que cualquier caballo.

19 »¿Eres tú quien le dio al caballo

su fuerza y sus largas crines?

20 ¿Eres tú quien lo hace saltar

como si fuera un saltamontes,

y que asuste a la gente

con su orgulloso resoplido?

21 El caballo patea con furia

y se lanza hacia la llanura,

sintiéndose orgulloso de su fuerza.

22 No tiene miedo de nada,

sino que ataca de frente.

23-25 El ruido de las armas

resuena en sus oídos;

oye a lo lejos la trompeta,

y al oír las órdenes de ataque,

resopla y corre a todo galope

sin que nadie pueda detenerlo.

26 »¿Le enseñaste al halcón a volar

y dirigirse hacia el sur?

27 ¿Fuiste tú quien ordenó

que el águila remonte el vuelo

y haga su nido en las alturas?

28 El águila vive en las montañas;

pasa la noche entre las grietas.

29 Desde su lejano escondite

se lanza sobre su presa, y la mata.

30 Las águilas se juntan

alrededor de la presa,

y sus polluelos se ponen felices

cuando se beben la sangre.

Job 40

1-2 »Yo soy el Dios todopoderoso;

tú me criticaste y desafiaste,

ahora respóndeme».

3 Y Job le respondió:

4-5 «¿Qué podría responderte

si soy tan poca cosa?

Ya he hablado más de la cuenta,

y no voy a insistir.

Prefiero quedarme callado».

6 Pero Dios le respondió a Job desde la tempestad, y le dijo:

7 «¡Vamos a ver qué tan valiente eres!

Ahora yo voy a hablar,

y tú me vas a escuchar.

8 »¿Tienes que acusarme de injusto

para probar que eres inocente?

9 ¿Acaso tu voz y tu poder

se comparan a los míos?

10 Si así es, ¡demuéstralo!

11 No controles tu enojo;

¡humilla a los orgullosos!

12 Fíjate en esos malvados,

y aplástalos donde se encuentren;

13 ¡envuélvelos y entiérralos

en la tumba más profunda!

14 Entonces tendré que admitir

que eres lo bastante poderoso

para alcanzar la victoria.

15 »Fíjate en el hipopótamo,

animal parecido a los bueyes,

pues se alimenta de hierba.

A él y a ti los he creado.

16 Toda su fuerza se encuentra

en sus poderosos lomos.

17 Su rabo parece un árbol;

sus músculos son muy fuertes.

18 Sus huesos parecen de bronce;

sus piernas parecen de hierro.

19 Entre los animales que he creado,

él ocupa el primer lugar;

pero yo lo he creado y, si quiero,

puedo quitarle la vida.

20 Se alimenta de hierba del campo,

donde juegan los animales salvajes.

21-22 Se esconde entre los juncos,

y a la sombra de los árboles

se tiende a descansar.

23 Puede beberse un río entero;

¡podría tragarse el río Jordán!

24 ¿Quién se le puede enfrentar?

¿Quién se atreve a capturarlo?

¿Quién puede perforarle la nariz?

Job 41

1 »No puedes pescar un cocodrilo

con un simple anzuelo,

ni atarle la lengua con una cuerda.

2 No puedes perforarle la quijada

ni atarle el hocico.

3 ¡Un cocodrilo no va a rogarte

que le tengas compasión,

4 ni va a servirte como esclavo

por el resto de su vida!

5 Tampoco podrás jugar con él

como juegas con los pájaros,

y atarle una cuerda a una pata

para que jueguen tus hijas.

6 No se despedaza un cocodrilo

para venderlo en el mercado;

7 ¡las lanzas no le atraviesan

la piel ni la cabeza!

8 Si quieres sujetarlo,

acabarás peleando con él,

y te arrepentirás de hacerlo.

9 No tiene caso que pienses

en llegar a dominarlo;

¡con sólo verlo, caerás desmayado!

10 Si nadie puede con él,

¿quién va a poder conmigo,

que soy el Dios todopoderoso?

11 ¡Mío es todo lo que hay

debajo del cielo!

¿Quién me puede pedir cuentas?

12-13 »No olvides que el cocodrilo

tiene patas muy fuertes

una piel impenetrable,

y un cuerpo enorme

que nadie puede dominar.

14 No hay quien se atreva

a abrirle el enorme hocico

para ver sus filosos colmillos.

15-17 Su cuerpo está cubierto

con hileras de pequeños escudos,

que ni el aire dejan pasar.

18 Cuando el cocodrilo resopla,

sus ojos brillan más que el rayo

y que el sol del nuevo día;

19 de su hocico salen

chispas de lumbre y llamas de fuego;

20-21 lanza humo por la nariz

y fuego por la boca;

¡parece una olla puesta al fuego!

¡Un soplo suyo enciende la leña!

22 Es tan fuerte su cuello

que sólo de verlo da miedo;

23 la piel más blanda de su cuerpo

es impenetrable;

24 su pecho es firme como roca

y duro como piedra de molino.

25 Cuando el cocodrilo se sacude,

hasta los más poderosos

tiemblan y echan a correr.

26-29 No hay arma capaz de herirlo,

pues rompe el hierro como paja,

y el bronce como madera podrida;

las flechas no lo penetran,

y las piedras de las hondas

tan sólo le hacen cosquillas;

golpearlo con un martillo

es como golpearlo con una pluma.

30 Cuando se arrastra por el lodo,

abre surcos como el arado;

31 cuando se lanza al fondo del lago,

el agua parece una olla hirviendo,

32 y a su paso va dejando

una estela blanca y brillante.

33 El cocodrilo a nadie le teme,

y no hay animal que se le parezca.

34 Desprecia a los poderosos,

pues es el rey de los monstruos».

Job 42

Respuesta final de Job

1 Entonces Job le respondió a Dios:

2 «Reconozco tu gran poder;

nadie puede impedirte

llevar a cabo tus planes.

3 Tú preguntas quién soy yo,

que siendo un ignorante

he puesto en duda tusabiduría.

Reconozco que he dicho cosas

que no alcanzo a comprender,

cosas que son maravillosas

y que en realidad no conozco.

4 »Tú dijiste:

“Ahora yo voy a hablar,

y tú me vas a escuchar”.

5 »Lo que antes sabía de ti

era lo que me habían contado,

pero ahora mis ojos te han visto,

y he llegado a conocerte.

6 Así que retiro lo dicho,

y te ruego me perdones».

Un final feliz

7 Después de haber hablado con Job, Dios se dirigió a Elifaz y le dijo:

«Estoy muy enojado contigo y con tus dos amigos. Lo que han dicho ustedes de mí no es verdad; en cambio, es verdad lo que ha dicho Job.

8 Así que ahora acompañen a Job, y quemen en mi honor siete toros y siete carneros, para que yo los perdone. Job me rogará por ustedes, y en atención a sus ruegos no los haré quedar en vergüenza. Pero reconozcan que, a diferencia de Job, lo que han dicho ustedes de mí no es verdad».

9 Entonces Elifaz, Bildad y Zofar fueron y cumplieron con lo que Dios les mandó hacer, y Dios atendió a los ruegos de Job.

10 Después de que Job oró por sus amigos, Dios hizo que Job volviera a prosperar, y le devolvió el doble de lo que antes tenía.

11 Todos sus hermanos y hermanas, y todos los que antes lo habían conocido, fueron a visitarlo y celebraron una gran fiesta. Lo animaron y lo consolaron por todas las tragedias que Dios le había enviado, y cada uno de ellos le regaló una moneda de plata y un anillo de oro.

12 En sus últimos años de vida, Job recibió de Dios másbendicionesque en los primeros, pues llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, dos mil bueyes y mil burras;

13 además, tuvo catorce hijos y tres hijas.

14 A la primera de ellas la llamó Paloma, a la segunda la llamó Jazmín, y a la tercera la llamó Azucena.

15 Estas tres hijas de Job eran las mujeres más hermosas del país, y tanto a ellas como a sus hermanos, Job les dejó una herencia.

16 Job vivió todavía ciento cuarenta años, y llegó a ver a sus hijos y nietos, hasta la cuartageneración.

17 Luego de haber disfrutado de una larga vida, murió siendo ya muy anciano.

Ester 1

La gran fiesta del rey Asuero

1-3 Asuero, el rey de Persia, gobernaba sobre ciento veintisiete provincias, que se extendían desde la India hasta Etiopía, y la capital de su reino se llamaba Susa.

En el tercer año de su reinado, Asuero organizó una gran fiesta para todos los funcionarios ylíderesdel país. También invitó a los jefes de los ejércitos de Persia y Media, y a las autoridades y gobernadores de las provincias.

4 Durante seis meses el rey les estuvo mostrando las riquezas que poseía y les hizo ver cuán grande y poderoso era su reino.

5 Después ordenó que se preparara otra fiesta para todos los que vivían en Susa, desde el más importante hasta el menos importante. La fiesta se realizó en los jardines del palacio y duró siete días.

6 Entre las columnas de mármol se colgaron cortinas de hilo blanco y azul, sujetadas con cuerdas de color púrpura y argollas de plata. Pusieron muebles de oro y plata, y un piso de mármol blanco y negro, con incrustaciones de piedras preciosas.

7 Se sirvió una gran cantidad de vino, pues el rey era muy generoso. Las copas en las que se sirvió el vino eran de oro, y cada una con un diseño original.

8 Sin embargo, el rey ordenó a los sirvientes que no obligaran a nadie a beber, sino que cada persona bebiera lo que quisiera.

9 Por su parte, la reina Vasti ofreció en el palacio del rey Asuero una fiesta para las mujeres de los invitados.

La reina Vasti desobedece al rey

10 Al séptimo día de la fiesta, el rey estaba muy alegre, pues había bebido vino. Entonces llamó a siete hombres de su confianza: Mehumán, Biztá, Harboná, Bigtá, Abagtá, Zetar y Carcás,

11-12 y les ordenó que fueran a buscar a la reina Vasti. Les dijo que ella debía venir luciendo la corona de reina, para que la gente y los príncipes pudieran ver su belleza, pues era muy hermosa. Pero ella no quiso obedecer la orden del rey.

Al saber esto, el rey se puso furioso

13 y les preguntó a los especialistas de la ley qué debía hacer. Era su costumbre pedir consejo a los que conocían bien la ley,

14 y los que más lo ayudaban en esto eran Carsená, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsená y Memucán. Estos siete hombres eran jefes de Persia y Media, que tenían puestos importantes en el gobierno del país.

15 Así que el rey les preguntó:

—La reina Vasti ha desobedecido mis órdenes. De acuerdo con la ley, ¿qué debemos hacer con ella?

16 Entonces Memucán les respondió al rey y a los demás consejeros:

—La reina Vasti no sólo ha ofendido al rey, sino también a todos los jefes y a toda la población.

17-18 Cuando las mujeres de Persia y Media se enteren de lo que ha hecho la reina, tampoco respetarán a sus esposos. Hoy mismo les dirán a sus esposos lo que hizo la reina, y vamos a tener muchos problemas.

19 Si le parece bien a Su Majestad, ordene que Vasti ya no siga siendo la reina, y que esa orden sea una ley para los de Persia y Media, para que nadie pueda cambiar su decisión. Además, elija usted otra reina que sea mejor que ella.

20 Cuando se conozca la orden de Su Majestad en todo este gran reino, todas las mujeres respetarán a sus esposos, sean ricos o pobres.

21 Al rey y a todos los consejeros les agradó este consejo. Entonces el rey

22 envió cartas a todas las provincias del país. Las cartas fueron escritas en el idioma de cada provincia, y dejaban en claro que el esposo era el jefe de la familia, y que en la casa se debía hablar su idioma.

Ester 3

Mardoqueo y Amán

1 Tiempo después, el rey Asuero nombró jefe de gobierno a Amán hijo de Hamedata, que eradescendientede Agag.

2 Además, el rey ordenó que todos sus sirvientes se arrodillaran e inclinaran su cabeza ante Amán, en señal de respeto.

Pero Mardoqueo ni se arrodillaba ni inclinaba su cabeza,

3 así que los sirvientes del palacio le preguntaron por qué no obedecía la orden del rey.

4 Varias veces le hicieron la misma pregunta, pero él no les hacía caso.

Después de unos días, los sirvientes se lo contaron a Amán. Querían ver si Mardoqueo se atrevería a decirle lo que ya les había dicho a ellos; es decir, que no obedecía esa orden porque era judío.

5 Cuando Amán se enteró de que Mardoqueo no se arrodillaba ni inclinaba su cabeza ante él, se enfureció.

6 Y al saber que Mardoqueo era judío, decidió castigarlo a él y destruir a todos los judíos que vivían en el reino de Asuero.

Amán convence al rey

7 Asuero ya tenía doce años de reinar. En el mes de Abibde ese año, Amán echó suertes para saber en qué fecha debía llevar a cabo su plan, y le salió el mes de Adar.

8 Entonces Amán le dijo al rey Asuero:

—Majestad, en su reino vive gente de otra raza. Se los encuentra uno por todos lados. Tienen leyes diferentes y no obedecen las órdenes de Su Majestad. No es conveniente dejarlos vivir en el reino.

9 Si a Su Majestad le parece bien, y ordena que sean destruidos, yo daré trescientos treinta mil kilos de plata a los administradores del tesoro del reino.

10 El rey se quitó de su mano el anillo con el sello real, se lo dio a Amán, el enemigo de los judíos,

11 y le dijo:

—Puedes quedarte con tu dinero. Haz con esa gente lo que te parezca.

La orden para destruir a los judíos

12-13 El día trece del mes de Abibel rey llamó a sus secretarios para que escribieran las órdenes de Amán y las enviaran a sus asistentes, a los gobernadores de todas las provincias, y a todos los jefes del país. Estos documentos fueron enviados a cada provincia y pueblo del reino en el idioma que entendían, y debidamente firmados y sellados por el rey Asuero. En ellos se ordenaba que el día trece del mes de Adarse destruyera por completo al pueblo judío. Ese día se mataría a todos los judíos, tanto jóvenes como ancianos, mujeres y niños, y además se les quitarían sus pertenencias.

14 Este decreto fue dado a conocer por todas las provincias y pueblos del reino, y se hicieron varias copias para que la gente se preparara para aquel día.

15 Este mismo decreto se publicó enseguida en Susa. Los mensajeros salieron rápidamente con el documento, y la noticia dejó confundidos a todos en la ciudad. El rey, por su parte, se sentó a beber con Amán.

Ester 4

La tristeza de los judíos

1 Cuando Mardoqueo se enteró de lo que había pasado, rompió su ropa en señal de tristeza, y se puso ropa áspera. Luego se echó ceniza en la cabeza, y anduvo por la ciudad llorando amargamente y en voz alta.

2 Llegó hasta la entrada del palacio del rey, pero no entró porque estaba prohibido entrar en el palacio vestido de esa manera.

3 Cuando se conocieron las órdenes del rey en las distintas provincias, los judíos se pusieron muy tristes. No comían nada, lloraban amargamente, y la mayoría de ellos se acostó sobre ceniza y se puso ropa áspera.

Mardoqueo le pide ayuda a Ester

4 Cuando las sirvientas y los guardias personales de la reina Ester le contaron lo que pasaba, también ella se puso triste. Entonces le envió ropa a Mardoqueo para que se quitara la ropa áspera, pero él no quiso.

5 Luego Ester llamó a Hatac, uno de los guardias que el rey había puesto a su servicio, y le ordenó que fuera a preguntarle a Mardoqueo qué le pasaba.

6 Hatac fue hasta la plaza de la ciudad, que estaba frente a la entrada del palacio, y allí le preguntó a Mardoqueo

7 qué le pasaba. Mardoqueo le dijo que Amán había prometido entregar mucho dinero a la tesorería del rey, a cambio de la destrucción de los judíos.

8 Además, le dio una copia del documento publicado en Susa, en el cual se ordenaba la destrucción de los judíos, y le pidió que se lo mostrara a Ester y le explicara todo. Mardoqueo también le pidió que le dijera a Ester que fuera a ver al rey y le suplicara no destruir a su pueblo.

9 Hatac fue y le dijo a Ester todo lo que Mardoqueo le había dicho.

10 Ella a su vez le dio este mensaje para Mardoqueo:

11 «Hace ya treinta días que el rey no me llama. Todos los sirvientes del rey y los habitantes de este país saben que nadie puede presentarse ante el rey sin ser llamado, pues eso se castiga con la muerte. Esa persona es perdonada sólo si el rey la señala con su cetro de oro».

12 Cuando Mardoqueo recibió el mensaje de Ester,

13 le mandó esta respuesta:

«No te vas a salvar sólo porque estás en el palacio.

14 Si no te atreves a hablar en momentos como éste, la liberación de los judíos vendrá de otra parte, pero tú y toda tu familia morirán. Yo creo que has llegado a ser reina para ayudar a tu pueblo en este momento».

Ester decide ayudar

15 Entonces Ester le mandó esta respuesta a Mardoqueo:

16 «Reúne a todos los judíos que se encuentren en Susa, yayunenpor mí, no coman ni beban durante tres días. También mis sirvientas y yo ayunaremos. Después de eso, me presentaré ante el rey, aunque la ley no lo permita. ¡Y si tengo que morir, moriré!»

17 Mardoqueo fue y cumplió con todo lo que Ester le había ordenado.

Ester 5

Ester se presenta ante el rey

1 Tres días después, Ester se puso su vestido de reina, se fue a la entrada de la sala del palacio donde está el trono, y se detuvo frente al rey.

2 Cuando el rey vio a Ester, se puso contento y la señaló con el cetro de oro que tenía en su mano. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro.

3 El rey le preguntó:

—¿Qué deseas, Ester? Te daré lo que me pidas. Hasta la mitad de mi reino te daría si me lo pidieras.

4 Ella respondió:

—Su Majestad, he preparado un banquete en su honor. Si le parece bien, quisiera que usted y Amán asistieran.

5 El rey dijo a sus sirvientes:

—Vayan a buscar a Amán enseguida, para que vayamos al banquete de Ester.

Así que el rey y Amán fueron al banquete.

6 Mientras bebían vino, el rey le preguntó a Ester:

—¿Qué es lo que deseas? Pídeme lo que quieras. Hasta la mitad de mi reino te daría.

7-8 Ester le respondió:

—Si he agradado a Su Majestad, y le parece bien cumplir mis deseos, me gustaría que usted y Amán vengan a otro banquete que les prepararé mañana. Allí le diré qué es lo que deseo.

El odio de Amán contra Mardoqueo

9 Aquel día, Amán se fue alegre y contento. Pero cuando llegó a la entrada del palacio y vio que Mardoqueo no se ponía de pie, y ni siquiera se movía, se enfureció mucho.

10 Sin embargo, no lo demostró, sino que se fue a su casa y mandó buscar a sus amigos y a su esposa Zeres.

11 Amán les habló de las grandes riquezas que poseía, de cuántos hijos tenía, de todos los honores que había recibido del rey, y de cómo le había dado autoridad sobre los asistentes y colaboradores del reino.

12 Después les dijo:

—La reina Ester invitó sólo al rey y a mí al banquete que ella había preparado. Y nos ha invitado a otro banquete que ofrecerá mañana.

13 Pero este gozo se me acaba cuando veo a ese judío Mardoqueo sentado a la entrada del palacio.

14 Entonces su esposa Zeres y todos sus amigos le aconsejaron:

—Manda construir una horca de unos veintidós metros de altura. Luego, mañana por la mañana, le dirás al rey que haga colgar a Mardoqueo en esa horca. Así podrás disfrutar del banquete, en compañía del rey.

Este consejo le agradó a Amán, y mandó a construir la horca.