Lamentaciones 1

Primer lamento acróstico#

El profeta

1 ¡Pobrecita de ti, Jerusalén!

Antes eras la más famosa

de todas las ciudades.

¡Antes estabas llena de gente,

pero te has quedado muy sola,

te has quedado viuda!

¡Fuiste la reina de las naciones,

pero hoy eres esclava de ellas!

2 Olvidada y bañada en lágrimas

pasas todas las noches.

Muchos decían que te amaban,

pero hoy nadie te consuela.

Los que se decían tus amigos

hoy son tus enemigos.

3 Bajo el peso de las cadenas,

la gente de Judá salió prisionera.

Sus enemigos los atraparon

y los maltrataron con crueldad.

Ahora son esclavos en países lejanos,

y no han dejado de sufrir.

4 Ruido ya no se escucha

en tus portones, Jerusalén.

¡Qué triste es ver

tus calles desiertas!

Lossacerdoteslloran

y las jóvenes se afligen.

Todo en ti es amargura;

ya nadie viene a tus fiestas.

5 Es tanto tupecado,

que Dios te castigó.

El enemigo se llevó prisioneros

a todos tus habitantes.

Ahora el enemigo te domina

y vive feliz y contento.

6 ¡Cómo has perdido, Jerusalén,

la belleza que tuviste!

Tus jefes, ya sin fuerzas,

huyen de quienes los persiguen.

¡Hasta parecen venados hambrientos

en busca de pastos frescos!

7 Insistes en recordar

que alguna vez fuiste rica.

Ahora vives en la tristeza

y no tienes a dónde ir.

Cuando el enemigo te conquistó,

no hubo nadie que te ayudara.

Cuando el enemigo te vio vencida,

se burló de verte en desgracia.

8 Tanto has pecado, Jerusalén,

que todos te desprecian.

Los que antes te admiraban

hoy se burlan al verte en desgracia.

¡Ahora derramas lágrimas,

y avergonzada escondes la cara!

9 ¡Asombrosa ha sido tu caída!

¡No hay nadie que te consuele!

Jamás pensaste en llegar a ser

tan despreciada,

y ahora exclamas:

«Mis enemigos me vencieron.

¡Mira, Dios mío, mi aflicción!»

10 Dueño de todas tus riquezas

es ahora tu enemigo.

Tú misma viste entrar en el templo

gente de otros pueblos,

aunque Dios había ordenado

que no debían entrar allí.

11 El pueblo entero llora

y anda en busca de pan.

Con tal de seguir con vida,

cambian sus riquezas por comida.

Llorando le dicen a Dios:

«¡Mira cómo nos humillan!»

Jerusalén

12 Todos ustedes, que pasan y me ven,

¿por qué gozan al verme sufrir?

¿Dónde han visto a alguien

que sufra tanto como yo?

Cuando Dios se enojó conmigo,

me mandó este sufrimiento.

13 Intensa lluvia de fuego

ha enviado Dios sobre mí.

Mis huesos se han quemado,

y siento que me muero.

Dios me cerró el paso,

y me hizo retroceder.

Me dejó en el abandono;

mi sufrimiento no tiene fin.

14 Juntó Dios todos mispecados

y me los ató al cuello.

Ya no me quedan fuerzas;

ya no los soporto más.

Dios me entregó al enemigo,

y no puedo defenderme.

15 En mis calles hay muchos muertos.

¡Dios rechazó a mis valientes!

Juntó un ejército para atacarme,

y acabó con todos mis jóvenes.

Dios me aplastó por completo;

¡me exprimió como a las uvas!

16 Ruedan por mis mejillas

lágrimas que no puedo contener.

Cerca de mí no hay nadie

que me consuele y me reanime.

Mi gente no puede creer

que el enemigo nos haya vencido.

El profeta

17 Un montón de escombros

es ahora Jerusalén.

Suplicante pide ayuda,

pero nadie la consuela.

Dios mismo ordenó

que sus vecinos la atacaran.

Jerusalén

18 Siempre Dios hace lo justo,

pero yo soy muy rebelde.

¡Escuchen, naciones todas!

¡Miren cómo sufro!

¡El enemigo se llevó prisioneros

a todos mis habitantes!

19 Ayuda pedí a mis amigos,

pero me dieron la espalda.

Los jefes ysacerdotes

acabaron perdiendo la vida.

Andaban buscando comida,

y no pudieron sobrevivir.

20 ¡La muerte me quitó a mis hijos

dentro y fuera de la ciudad!

¡Mira mi angustia, Dios mío!

¡Siento que me muero!

¡Tan rebelde he sido contigo

que estoy totalmente confundida!

21 El enemigo no esconde su alegría

porque tú, Dios mío, me haces sufrir.

Todo el mundo escucha mi llanto,

pero nadie me consuela.

¡Ya es tiempo de que los castigues

como me castigaste a mí!

22 No hay un solopecado

que ellos no hayan cometido;

¡castiga entonces su rebeldía,

como me castigaste a mí!

¡Ya es mucho lo que he llorado,

y siento que me muero!

Lamentaciones 2

Segundo lamento acróstico#

El profeta

1 ¡Pobrecita de ti, Jerusalén!

Cuando Dios se enojó contigo,

derribó tu templo

y acabó con tu belleza.

Ni siquiera se acordó

de tu reino en este mundo.

2 Ofendido y enojado,

Dios destruyó por completo

todas las casas de Israel.

Derribó las fortalezas de Judá;

quitó al rey de su trono,

y puso en vergüenza a sus capitanes.

3 Borró Dios nuestro poder

cuando se enojó con nosotros.

Nos enfrentamos al enemigo,

pero Dios nos retiró su ayuda.

¡Todo Israel arde en llamas!

¡Todo lo destruye el fuego!

4 Rompió en mil pedazos

las casas de Jerusalén,

y acabó con nuestros seres queridos.

Como si fuera nuestro enemigo,

decidió quitarnos la vida;

su enojo fue como un fuego

que nos destruyó por completo.

5 El llanto por los muertos

se oye por todo Judá.

Dios parece nuestro enemigo,

pues ha acabado con nosotros.

¡Todas sus fortalezas y palacios

han quedado en ruinas!

6 Como quien derriba una choza,

Dios destruyó su templo.

Ya nadie en Jerusalén celebra

lossábadosni los días de fiesta.

Dio rienda suelta a su enojo

contra el rey y lossacerdotes.

7 Incitó al ejército enemigo

a conquistar Jerusalén,

y el enemigo gritó en su templo

como si estuviera de fiesta.

¡Dios ha rechazado por completo

su altar y su santuario!

8 Todos los muros y las rampas

son ahora un montón de escombros.

Dios decidió derribar

el muro que protegía a Jerusalén.

Todo lo tenía planeado;

¡la destruyó sin compasión!

9 ¡Adiós,maestros de la ley!

¡Adiós,profetas!

¡Dios ya no habla con nosotros!

El rey y los capitanes

andan perdidos entre las naciones.

La ciudad quedó desprotegida,

pues Dios derribó sus portones.

10 De luto están vestidos

los ancianos de Jerusalén.

En silencio se sientan en el suelo

y se cubren de ceniza la cabeza.

¡Las jóvenes de Jerusalén

bajan la cabeza llenas de vergüenza!

11 Estoy muy triste y desanimado

porque ha sido destruida mi ciudad.

¡Ya no me quedan lágrimas!

¡Siento que me muero!

Por las calles de Jerusalén

veo morir a los recién nacidos.

12 Tímidamente claman los niños:

«¡Mamá, tengo hambre!»;

luego van cerrando los ojos

y mueren en las calles,

en brazos de su madre.

13 Incomparable eres tú, Jerusalén;

¿Qué más te puedo decir?

¿Qué puedo hacer para consolarte,

bella ciudad de Jerusalén?

Tus heridas son muy profundas;

¿quién podría sanarlas?

14 Jamás te dijeron la verdad;

los profetas te mintieron.

Si no te hubieran engañado,

ahora estarías a salvo.

Pero te hicieron creer en mentiras

y no señalaron tu maldad.

15 «¿En dónde quedó la hermosura

de la bella Jerusalén,

la ciudad más alegre del mundo?»

Eso preguntan al verte

los que pasan por el camino,

y se burlan de tu desgracia.

16 Rabiosos están tus enemigos,

y no dejan de hablar mal de ti.

Gritan en son de victoria:

«¡Llegó el día que habíamos esperado!

¡Hemos acabado con Jerusalén,

y hemos vivido para contarlo!»

17 Una vez, años atrás,

Dios juró que te destruiría,

y ha cumplido su palabra:

te destruyó sin compasión,

y permitió que tus enemigos

te vencieran y te humillaran.

18 Sí, bella Jerusalén,

deja que tus habitantes

se desahoguen ante Dios.

Y tú, no dejes de llorar;

¡da rienda suelta a tu llanto

de día y de noche!

19 Alza la voz y ruega a Dios

por la vida de tus niños,

que por falta de comida

caen muertos por las calles.

Clama a Dios en las noches;

cuéntale cómo te sientes.

Jerusalén

20 Las madres están por comerse

a los hijos que tanto aman.

Lossacerdotesy losprofetas

agonizan en tu templo.

Piensa por favor, Dios mío,

¿a quién has tratado así?

21 En tu enojo les quitaste la vida

a los jóvenes y a los ancianos.

Mis muchachos y muchachas

cayeron muertos por las calles

bajo el golpe de la espada;

¡no les tuviste compasión!

22 Nadie quedó con vida

el día que nos castigaste;

fue como una gran fiesta

para el ejército enemigo:

murieron todos mis familiares,

¡nos atacaste por todos lados!

Lamentaciones 3

Tercer lamento acróstico#

El profeta

1 Yo soy el que ha sufrido

el duro castigo de Dios.

2 Él me forzó a caminar

por los caminos más oscuros;

3 no hay un solo momento

en que no me castigue.

4-6 Oscura tumba es mi vida;

¡es como si ya estuviera muerto!

Dios me rodeó por completo

de la miseria más terrible.

Me dejó sin fuerzas;

¡no tengo un solo hueso sano!

7-9 Se niega Dios a escucharme,

aunque siempre le pido ayuda.

A cada paso me pone tropiezos

y me hace perder el camino.

Me tiene preso y encadenado.

¡No puedo escaparme de él!

10-12 Objeto soy de sus ataques;

¡soy el blanco de sus flechas!

Como animal feroz me vigila,

esperando el momento de atacarme.

¡Me obliga a apartarme del camino

para que no pueda defenderme!

13-15 Ya me partió el corazón

con sus terribles flechas.

Dios ha llenado mi vida

de tristeza y amargura.

Todo el día y a todas horas,

la gente se burla de mí.

16 Estoy completamente derrotado,

porque Dios me hizo caer.

17 Ya no tengo tranquilidad;

la felicidad es sólo un recuerdo.

18 Me parece que de Dios

ya no puedo esperar nada.

19 Los más tristes recuerdos

me llenan de amargura.

20 Siempre los tengo presentes,

y eso me quita el ánimo.

21 Pero también me acuerdo

de algo que me da esperanza:

22 Sé que no hemos sido destruidos

porque Dios nos tiene compasión.

23 Sé que cada mañana se renuevan

su gran amor y su fidelidad.

24 Por eso digo que en él confío;

¡Dios es todo para mí!

25 Invito a todos a confiar en Dios

porque él es bondadoso.

26 Es bueno esperar con paciencia

que Dios venga a salvarnos,

27 y aprender desde nuestra juventud

que debemos soportar el sufrimiento.

28 Es conveniente callar

cuando Dios así lo ordena.

29-30 Y olvidar la venganza

cuando alguien nos golpea.

Debemos esperar con paciencia

que Dios venga a ayudarnos.

31 Realmente Dios nos ha rechazado,

pero no lo hará para siempre.

32-33 Nos hace sufrir y nos aflige,

pero no porque le guste hacerlo.

Nos hiere, pero nos tiene compasión,

porque su amor es muy grande.

34-36 Violar los derechos humanos

es algo que Dios no soporta.

Maltratar a los prisioneros

o no darles un juicio justo,

es algo que Dios no aprueba.

37 ¡Oye bien esto: Nada puedes hacer

sin que Dios te lo ordene!

38 ¡Todo lo bueno y lo malo

pasa porque él así lo ordena!

39 ¡No tenemos razón para quejarnos

si nos castiga por nuestrospecados!

40-42 Si pecamos contra Dios,

y él no quiere perdonarnos,

pensemos en qué lo hemos ofendido.

Dirijamos al Dios del cielo

nuestras oraciones más sinceras,

y corrijamos nuestra conducta.

43-44 Una nube envuelve a Dios;

no le deja escuchar nuestra oración.

Lleno de enojo, Dios nos persigue;

nos destruye sin ninguna compasión.

45 Nos ha expuesto ante las naciones

como si fuéramos lo peor.

46 Fuimos la burla del enemigo.

47 Sufrimos en carne propia

los horrores de la destrucción.

48 Cuando vi destruida mi ciudad

no pude contener las lágrimas.

49-51 Realmente me duele ver sufrir

a las mujeres de Jerusalén.

Se me llenan de lágrimas los ojos,

pero no hay quien me consuele.

¡Espero que desde el cielo

Dios nos mire y nos tenga compasión!

52-53 ¡Intentaron matarme,

y no sé por qué razón!

Mis enemigos me atraparon,

me encerraron en un pozo.

54 Estuve a punto de ahogarme;

¡creí que había llegado mi fin!

55 En la profundidad de ese pozo

te pedí ayuda, Dios mío,

56 y tú atendiste mis ruegos;

¡escuchaste mi oración!

57 Te llamé, y viniste a mí;

me dijiste que no tuviera miedo.

58 No me negaste tu ayuda,

sino que me salvaste la vida.

59 Dios mío, ¡ayúdame!

Mira el mal que me causaron,

60 mira el mal que piensan hacerme,

¡quieren vengarse de mí!

61 Tú sabes cómo me ofenden;

tú sabes que me hacen daño.

62 Tú bien sabes que mis enemigos

siempre hacen planes contra mí.

63 ¡Míralos! No importa lo que hagan,

siempre están burlándose de mí.

64-66 ¡Espero que los castigues

con toda tu furia!

¡Bórralos de este mundo!

Mi Dios, ¡dales su merecido

por todo lo que han hecho!

¡Maldícelos y hazlos sufrir!

Lamentaciones 4

Cuarto lamento acróstico#

El profeta

1 ¡Perdió el oro su brillo!

¡Quedó totalmente empañado!

¡Por las esquinas de las calles

quedaron regadas las joyas del templo!

2 ¡Oro puro! Así se valoraba

a los habitantes de Jerusalén,

¡pero ahora no valen más

que simples ollas de barro!

3 Bondadosas se muestran las lobas

cuando alimentan a sus cachorros,

pero las crueles madres israelitas

abandonan a sus hijos.

4 Reclaman pan nuestros niños,

pero nadie les da nada.

La lengua se les pega al paladar,

y casi se mueren de sed.

5 En las calles se mueren de hambre

los que antes comían manjares;

entre la basura se revuelcan

los que antes vestían con elegancia.

6 Cayó Jerusalén, pues hapecado

más de lo que pecó Sodoma.

¡De pronto se vino abajo

y nadie pudo ayudarla!

7 Increíblemente hermosos

eran loslíderesde Jerusalén;

estaban fuertes y sanos,

estaban llenos de vida.

8 Tan feos y enfermos se ven ahora

que nadie los reconoce.

Tienen la piel reseca como leña,

¡hasta se les ven los huesos!

9 Afalta de alimentos,

todos mueren poco a poco.

¡Más vale morir en la guerra

que morirse de hambre!

10 ¡Destruida ha quedado Jerusalén!

¡Hasta las madres más cariñosas

cocinan a sus propios hijos

para alimentarse con ellos!

11 El enojo de Dios fue tan grande

que ya no pudo contenerse;

le prendió fuego a Jerusalén

y la destruyó por completo.

12 ¡Terminaron entrando a la ciudad

los enemigos de Jerusalén!

¡Nadie en el mundo se imaginaba

que esto pudiera ocurrir!

13 Injustamente ha muerto gente

a manos de profetas ysacerdotes.

Dios castigó a Jerusalén

por este grave pecado.

14 Juntos andan esos asesinos

como ciegos por las calles.

Tienen las manos llenas de sangre;

¡nadie se atreve a tocarlos!

15 En todas partes les gritan:

«¡Fuera de aquí, vagabundos!

¡No se atrevan a tocarnos!

¡No pueden quedarse a vivir aquí!»

16 Rechazados por Dios,

los líderes y sacerdotes

vagan por el mundo.

¡Dios se olvidó de ellos!

17 Una falsa esperanza tenemos:

que un pueblo venga a salvarnos;

pero nuestros ojos están cansados.

¡Nadie vendrá en nuestra ayuda!

18 Se acerca nuestro fin.

No podemos andar libremente,

pues por todas partes nos vigilan;

¡nuestros días están contados!

19 Aun más veloces que las águilas

son nuestros enemigos.

Por las montañas y por el desierto

nos persiguen sin descanso.

20 La sombra que nos protegía

era nuestro rey;

Dios mismo nos lo había dado.

¡Pero hasta él cayó prisionero!

21 Esto mismo lo sufrirás tú,

que te crees la reina del desierto.

Puedes reírte ahora, ciudad de Edom,

¡pero un día te quedarás desnuda!

22 No volverá Dios a castigarte,

bella ciudad de Jerusalén,

pues ya se ha cumplido tu castigo.

Pero a ti, ciudad de Edom,

Dios te castigará por tus pecados.

Lamentaciones 5

Quinto lamento

El pueblo de Jerusalén

1 Dios mío, fíjate en nuestra desgracia;

date cuenta de que nos ofenden.

2 Nuestras tierras y nuestra patria

han caído en manos de extranjeros.

3 Nos hemos quedado sin padre;

nuestras madres han quedado viudas.

4 ¡Hasta el agua y la leña

tenemos que pagarlas!

5 El enemigo nos persigue.

Nos tiene acorralados.

6 ¡A nuestros peores enemigos,

tenemos que pedirles alimento!

7 Pecaronnuestrosantepasados,

¡y Dios nos castigó a nosotros!

8 Los esclavos se creen reyes,

¡y no podemos librarnos de ellos!

9 Para conseguir alimentos,

arriesgamos la vida en el desierto.

10 Tanta es el hambre que tenemos

que hasta deliramos.

11 En todas nuestras ciudades

violaron a nuestras mujeres.

12 No respetaron a nuestros jefes;

¡los colgaron de las manos!

13 Nuestros jóvenes y niños

cargan leña como esclavos.

14 Ya los jóvenes no cantan

ni se reúnen los ancianos.

15 No tenemos motivo de alegría;

en vez de danzas, hay tristeza.

16 ¡Pobres de nosotros!

Por el pecado perdimos el reino.

17 Vamos perdiendo las fuerzas;

estamos a punto de morir.

18 El monte Sión ha quedado desierto;

sólo se ven animales salvajes.

19 Pero tú, Dios nuestro,

reinas para siempre.

¡Tú eres nuestro rey!

20 ¿Por qué te olvidas de nosotros

y nos abandonas tanto tiempo?

21 ¡Déjanos volver a ti, y volveremos!

¡Devuélvenos el poder que tuvimos!

22 En verdad nos diste la espalda;

¡se te fue la mano!

Jeremías 1

Introducción

1-3 Yo soy elprofetaJeremías hijo de Hilcías. Soy del pueblo de Anatot, y vengo de una familia desacerdotes. Anatot está en el territorio de latribude Benjamín. Dios me dio el siguiente mensaje, cuando Josías hijo de Amón llevaba trece años como rey de Judá. También me dio otros mensajes durante los reinados de Joacín y de Sedequías, hijos del rey Josías. Sedequías reinó durante once años y cinco meses, pero dejó de ser rey cuando los babilonios lo derrotaron y se llevaron prisioneros a los que vivían en Jerusalén.

Dios llama a Jeremías

4 Dios me dijo:

5 «Yo te elegí antes de que nacieras;

te aparté para que hablaras en mi nombre

a todas las naciones del mundo».

6 Le contesté:

—Dios todopoderoso, yo no sé hablar en público, y todavía soy muy joven.

7-9 Pero Dios me tocó los labios y me dijo:

—No digas que eres muy joven. A partir de este momento tú hablarás por mí. Irás a donde yo te mande, y dirás todo lo que yo te diga. No tengas miedo, que yo estaré a tu lado para cuidarte.

10 Desde hoy tendrás poder sobre reinos y naciones, para destruir o derribar, pero también para levantar y reconstruir.

11-13 Luego Dios me hizo dos preguntas:

—Jeremías, dime, ¿qué ves?

Yo le respondí:

—Veo la rama de un almendro. Sus frutos son los primeros en madurar.

Entonces me dijo:

—Tienes razón. Yo soy el primero en hacer cumplir mis palabras. Pero, ¿qué más ves?

Le respondí:

—Veo en el norte una olla hirviendo, que está por volcarse hacia el sur.

14 Entonces Dios me explicó:

«Desde el norte voy a enviar un terrible castigo sobre todos los que viven en este país.

15 Ya lo he decidido. Estoy reuniendo a todos los reinos del norte, y vendrán y pondrán sus tronos a la entrada misma de Jerusalén. Atacarán a sus habitantes y a todos los que viven en Judá, y se los llevarán presos.

16 Voy a castigar a mi pueblo, porque todos ellos han sido muy malos.Adoraronídolosque ellos mismos hicieron, y les ofrecieronincienso, pero a mí me abandonaron.

17 »Así que, ¡prepárate! Ve y diles todo lo que yo te mando. No les tengas miedo, pues de lo contrario te haré temblar de miedo cuando te enfrentes a ellos.

18 Yo te haré tan fuerte como un poste de hierro, como un portón de bronce, como una ciudad amurallada. Vas a enfrentarte a todas las autoridades de Judá.

19 Esa gente peleará contra ti, pero te aseguro que no te podrán vencer, porque yo estaré a tu lado para cuidarte».

Jeremías 2

Israel se rebela contra su Dios

1 Dios me dijo:

2-3 «Jeremías, ve y diles de mi parte a todos los habitantes de Jerusalén:

“Yo recuerdo, pueblo de Israel,

que en tus primeros años

me amabas sólo a mí.

Parecías una novia enamorada

y me seguiste por el desierto,

por tierras donde nada crece.

Tú eras sólo mía;

¡fuiste mi primer amor!

Si alguien te hacía algún daño,

sufría las consecuencias.

Te juro que así fue”.

4-5 »Escúchenme, israelitas:

“Yo no traté mal a susantepasados,

sin embargo, ellos se alejaron de mí.

Adoraronaídolosinútiles,

y ellos mismos se volvieron inútiles.

6 Jamás preguntaron por mí,

a pesar de que fui yo

quien los liberó de Egipto,

quien los llevó por el desierto,

por un terreno seco y peligroso,

donde nadie pasa y donde nadie vive.

7 Fui yo quien los trajo a esta buena tierra,

donde hay comida en abundancia.

Pero llegaron ustedes y todo lo ensuciaron;

¡convirtieron mi tierra en un lugar asqueroso!

8 ”Lossacerdotesnunca preguntaron por mí,

los maestros deBibliajamás me conocieron,

los dirigentespecaroncontra mí,

y losprofetasno hablaron en mi nombre.

Todos ellos siguieron a otros dioses

que no sirven para nada,

y en nombre de ellos hablaron.

9 ”Por eso, a ustedes,

a sus hijos y a sus nietos,

los voy a llevar ante los jueces.

Les juro que así lo haré.

10 ”Envíen mensajeros

al desierto de Arabia,

o a las islas del Mediterráneo,

para que se fijen y averigüen

si alguna vez pasó algo parecido.

11 Jamás he conocido a una nación

que haya abandonado a sus dioses,

aun cuando sus dioses sean falsos.

Pero ustedes me cambiaron a mí,

que soy el Dios verdadero y glorioso,

por dioses que no sirven para nada.

12 El universo entero se sorprende

y tiembla de espanto.

Les juro que esto es así.

13-18 ”Ustedes, pueblo mío,

cometieron dos pecados:

me abandonaron a mí,

que soy para ustedes una fuente

de agua que les da vida,

y se hicieron sus propios estanques,

que no retienen el agua.

Yo era su guía,

pero ustedes me rechazaron.

”Israelitas,

¿qué ganan ahora con confiar

en el poder de Egipto

y en el poder de Asiria?

Ustedes son libres;

¡no nacieron siendo esclavos!

¿Por qué ahora los tratan así?

”¡Los soldados de Menfis y Tafnes

han acabado con sus gobernantes!

¡Lanzan rugidos, como leones,

y destruyen el país!

¡Han quemado las ciudades,

y ya nadie vive en ellas!

19 ”Sus propias rebeliones y maldades

demuestran que ustedes son culpables.

Pónganse a pensar, y reconozcan

lo malo y triste que es abandonarme

y no obedecerme.

Les juro que esto es así.

20 ”Hace ya mucho tiempo

que ustedes me abandonaron;

rompieron los lazos que nos unían,

y se negaron a adorarme.

Me traicionaron,

pues en lo alto de las colinas

y bajo todo árbol frondoso,

se entregaron a otros dioses.

21-22 Tan grande es la mancha de su pecado

que ni el mejor jabón del mundo

podrá quitarles esa mancha.

”Yo los he cuidado

como se cuida al mejor viñedo.

Sus antepasados me obedecieron,

pero ustedes son tan rebeldes,

que son como un viñedo

que sólo produce uvas podridas.

Les aseguro que esto es así.

23-24 ”¿Cómo se atreven a decir

que no han pecado

ni han adorado a dioses falsos?

¡Miren cómo se portaron

en el valle de Ben-hinom!

¡Admitan todo lo que han hecho!

Son como una burra en celo

cuando anda en busca del macho:

se pone a olfatear el viento,

y en cuanto corre al monte

nadie la puede frenar.

Si el macho la busca,

fácilmente la encuentra.

25-26 ”Ustedes están empeñados

en seguir adorando a dioses extraños,

pero su terquedad los hará sufrir.

Por eso andan descalzos

y muriéndose de sed.

Ustedes y sus autoridades

quedarán avergonzados,

como el ladrón cuando es sorprendido.

27 ”Ustedes, israelitas,

llaman ‘padre’ a un pedazo de madera;

¡llaman ‘madre’ a una piedra!

Me dan la espalda

y no me miran a la cara,

pero en cuanto están en peligro

gritan pidiéndome ayuda.

28 ”¿Y dónde están esos dioses

que ustedes mismos se fabricaron?

¡Que vengan ellos a salvarlos

cuando se encuentren en peligro!

¡Al fin y al cabo,

ustedes tienen más dioses que ciudades!

29 ¡Por qué me acusan,

si todos ustedes me rechazan!

Les juro que es así.

30 ”No tiene caso castigar a sus hijos,

pues no aceptan mis correcciones.

¡Todos ustedes, como leones feroces,

mataron a mis profetas!

31 Pero escúchenme bien

todos los que están presentes:

¡yo no he sido cruel con ustedes

como el ardiente desierto,

ni como la terrible oscuridad de una cueva!

¿Entonces, por qué me dicen

que van a hacer lo que quieran,

y que no volverán a adorarme?

32 No hay novia que se olvide

de su vestido ni de sus joyas,

¡pero ustedes, que son mi pueblo,

hace mucho que se olvidaron de mí!

33 ”Y tú, Judá, eres muy hábil

para conseguirte amantes.

¡De ti aprenden hasta las prostitutas!

34 Tus vestidos están manchados

con la sangre de pobres e inocentes.

Y a pesar de que nunca los viste

cometer ningún delito,

35 todavía te atreves a decir

que no has pecado,

y que yo no estoy enojado contigo.

¡Pues voy a llevarte ante los jueces

por insistir en que eres inocente!

36 Tú cambias de opinión

con mucha facilidad;

pero Egipto te abandonará

como antes te abandonó Asiria.

37 Yo mismo he rechazado

a esos que llamas tus amigos.

Así que volverás de Egipto

derrotada y llena de vergüenza,

¡y de nada te servirá su ayuda!”»

Jeremías 3

1 Dios le dijo al pueblo de Judá:

«Supongamos que un hombre se divorcia, y que luego la que era su esposa se casa con otro hombre; ¿tú crees que el primer esposo volvería a casarse con esa mujer? ¡Claro que no! ¡Eso sería una vergüenza para el país! Entonces, ¿cómo es que tú pretendes volver conmigo? ¡Si tienes más dioses que los amantes que tiene una prostituta! Y ésta es la pura verdad.

2 »Mira hacia las colinas desiertas,

y dime dónde no hasadoradodioses extraños.

Te sientas junto a los caminos,

y te ofreces como prostituta

a todos los que pasan.

Con tu infidelidad

has llenado de maldad el país.

3 Por eso no llegan las lluvias,

ni caen aguaceros en la primavera.

No tienes vergüenza;

eres peor que una prostituta.

4 Hasta hace poco me decías

que me querías como a un esposo,

que yo era el novio de tu juventud.

5 También me pediste calmar mi enojo,

pero no hablabas en serio,

pues seguiste haciendo lo malo».

Israel es como una esposa infiel

6 Cuando Josías era rey, Dios me dijo:

«Jeremías, ¿te has fijado en lo que ha hecho mi pueblo Israel? Se ha comportado como una esposa infiel. En los cerros altos y bajo la sombra de cualquier árboladoraa dioses extraños.

7 Después de todo lo malo que había hecho, pensé que se arrepentiría y volvería conmigo; pero no lo hizo. Y el pueblo de Judá se ha comportado igual.

8 Aunque supo que yo rechacé a Israel, me fue infiel y me puso en vergüenza al adorar a otros dioses.

9 »A Israel no le importó traicionarme; al contrario, contaminó el país y me ofendió al adorarídoloshechos de piedra y de madera.

10 Para colmo de males, Judá quiso engañarme diciendo que se había arrepentido. Pero no era verdad. Yo les juro que así fue».

11 Dios también me dijo:

«Jeremías, aunque Israel me fue infiel, al fin de cuentas resultó ser mejor que Judá.

12-13 Así que dirígete al norte y anuncia este mensaje:

“Israel, pueblo infiel, ¡vuélvete a mí!

Me olvidaré por completo de mi enojo,

y te recibiré con los brazos abiertos,

porque soy un Dios bondadoso.

Tan sólo te pido que reconozcas tu culpa,

que admitas que te rebelaste contra mí,

que no has querido obedecerme,

y que bajo la sombra de cualquier árbol

has adorado a otros dioses.

Te juro que así es”.

Israel es como un hijo rebelde

14 »¡Vuelvan a mí, israelitas rebeldes! ¡Ustedes son mis hijos! De cada ciudad tomaré a uno de ustedes, y de cada familia tomaré a dos, y los traeré a Jerusalén.

15 Yo les daré gobernantes que actúen como a mí me gusta, para que los guíen consabiduríay con inteligencia.

16 »En el futuro, cuando ustedes hayan poblado el país, no se hablará más delcofre del pacto, ni nadie volverá a acordarse de él. Tampoco volverá a fabricarse uno nuevo, porque ya no será necesario. Les juro que así será.

17 »Cuando llegue ese día, la ciudad de Jerusalén será conocida como “el trono de Dios”. Todas las naciones vendrán a Jerusalén paraadorarme, y ya no se dejarán llevar por los malos deseos de su necio corazón.

18 Entonces los reinos de Israel y de Judá volverán a unirse, y desde el norte volverán a la tierra que les di como herencia a losantepasadosde ustedes.

19 »Pueblo de Israel,

yo quise tratarte como a un hijo.

Pensé en regalarte la mejor tierra,

¡el país más hermoso del mundo!

Creí que me llamarías “Padre”,

y que siempre estarías a mi lado.

20 Pero me fuiste infiel,

pues adoraste a otros dioses.

Te juro que así fue.

21 »Puede oírse por las montañas desiertas,

el llanto angustiado de los israelitas.

Eligieron el camino equivocado,

y a mí, que soy su Dios, me abandonaron.

22 »¡Vuelvan conmigo, hijos rebeldes!

¡Yo los convertiré en hijos obedientes!»

Los israelitas respondieron:

«Dios nuestro, aquí nos tienes.

A ti volvemos, porque eres nuestro Dios.

23 De nada nos sirve ir a las colinas,

ni lanzar nuestros gritos en las montañas.

Solamente en ti, Dios nuestro,

hallaremos nuestra salvación.

24 Desde que éramos jóvenes,

nuestra vergonzosa idolatría

echó a perder a nuestros hijos e hijas,

y perdimos nuestras ovejas y ganados,

y todo lo que consiguieron

nuestros antepasados.

25 Nosotros y nuestros antepasados

hemospecadocontra ti.

Desde que éramos jóvenes,

y hasta el día de hoy,

jamás te hemos obedecido.

Por eso, debemos avergonzarnos

y humillarnos por completo».

Jeremías 4

1 Entonces Dios les contestó:

«Israelitas, si piensan volver,

dejen depecar.

Desháganse de esosídolosasquerosos,

y no se aparten de mí.

2 Cuando juren en mi nombre,

sean sinceros y justos

conmigo y con los demás.

Así, por amor a ustedes

bendeciréa todas las naciones,

y ellas me cantarán alabanzas».

Peligro en el norte

3-4 Dios les dijo a los habitantes de Judá y de Jerusalén:

«Preparen su corazón

para recibir mi mensaje.

Cumplan elpactoque hice con ustedes,

pero cúmplanlo en verdad.

Mi mensaje es como una semilla;

¡no la siembren entre espinos!

Si siguen haciendo lo malo,

mi enojo se encenderá como un fuego

y nadie podrá apagarlo.

5 »¡Anuncien esto a gritos

en Judá y en todo Jerusalén!

¡Hagan sonar la trompeta por todo el país!

¡Avisen a la gente

que corra a protegerse

dentro de las ciudades amuralladas!

6 ¡Vamos, no pierdan tiempo!

¡Corran y pónganse a salvo!

¡Agiten la bandera

en dirección a Jerusalén!

»Yo estoy por mandar desde el norte

la más terrible destrucción.

7 Ya está en marcha un ejército.

Ha salido para destruir naciones,

y también destruirá su país.

Los atacará como si fuera un león

que sale de su cueva.

Las ciudades quedarán en ruinas,

y nadie podrá vivir en ellas.

8 Vístanse con ropa vieja y áspera,

y lloren y griten de dolor,

porque yo sigo enojado con ustedes.

9 »Cuando llegue ese día,

el rey y los gobernantes

se asustarán y temblarán de miedo

y también lossacerdotesy losprofetas.

Les juro que así será».

10 Yo, Jeremías, dije:

«Poderoso Dios de Israel,

¿por qué has engañado

a los que viven en Jerusalén?

¿Por qué les prometiste

que vivirían en paz,

cuando en realidad viven

en constante peligro de muerte?»

11 Y Dios contestó:

«Cuando llegue el día del castigo,

se le dirá a este pueblo de Jerusalén:

“Desde los áridos cerros del desierto

sopla un viento muy caluroso,

y se dirige a Jerusalén,

la capital de nuestro pueblo”.

No se tratará de la suave brisa

que limpia de paja el trigo;

12 el viento que yo haré soplar

será mucho más fuerte.

Ahora mismo dictaré

sentencia contra ellos.

13 »Entonces dirán los israelitas:

“¡Miren cómo avanza el enemigo!

¡Parece el nubarrón de una tormenta!

Sus carros y sus caballos de guerra

son más veloces que las águilas;

¡hasta parecen un huracán!

¿Qué será de nosotros?

¡No tenemos escapatoria!”

14 »Pero yo responderé:

“Jerusalén, todavía puedes salvarte.

Sólo tienes que quitarte de la mente

todos esos malos pensamientos.

¿Hasta cuándo vas a dejar

que esos pensamientos te dominen?”

15 »Ya se anuncia la desgracia

desde la ciudad de Dan

y desde los montes de Efraín.

16 Avisen a las naciones,

y adviértanle también a Jerusalén,

que de una tierra lejana

vienen los invasores.

Lanzan gritos de guerra

contra las ciudades de Judá,

17 y las rodearán por completo,

porque ellas se rebelaron contra mí.

Les juro que así será.

18 »Jerusalén, todo esto te pasa

por tu mal comportamiento.

Tu desgracia es tan amarga,

que te hiere el corazón».

Queja de Jeremías

19 «¡No aguanto más este dolor!

¡Mi corazón está por estallar!

¡Estoy tan agitado

que no puedo quedarme callado!

Ya escucho el sonido de la trompeta;

ya oigo los gritos de batalla.

20 Tras un desastre viene otro,

y el país va quedando en ruinas.

De repente me he quedado sin casa,

pues mis campamentos fueron destruidos.

21 Sólo veo banderas enemigas

y escucho sus trompetas victoriosas.

¿Hasta cuándo tendré que soportarlo?

22 »Dios dice que no lo conocemos;

que somos hijos necios

que no entendemos nada;

que somos hábiles para hacer lo malo,

pero incapaces de hacer lo bueno.

23 »Veo la tierra:

no tiene forma ni vida;

miro el cielo, y todo es oscuridad.

24 Las montañas tiemblan,

las colinas se estremecen.

25 Me fijo, y no veo a nadie;

todas las aves del cielo se han ido.

26 La tierra que antes era fértil

ahora parece un desierto.

¡Todas las ciudades están en ruinas!

Dios, en su terrible enojo,

hizo que todo esto sucediera».

Destrucción de Jerusalén

27 Dios dice:

«Toda la nación será destruida,

pero no la destruiré por completo.

28 Todo el país se pondrá muy triste,

y el cielo se cubrirá de tinieblas.

Ya he tomado una decisión,

y no voy a cambiarla;

ya lo he resuelto,

y no pienso dar marcha atrás.

29 »Cuando escuchen el ruido

de los soldados y sus caballos,

toda la gente saldrá corriendo;

algunos se meterán en el monte,

otros treparán por las rocas,

y todas las ciudades quedarán abandonadas.

¡No quedará en ellas un solo habitante!

30 »¿En qué piensan ustedes,

habitantes de Jerusalén?

Su ciudad está en ruinas,

y ustedes la visten con ropa fina.

¿Para qué le ponen joyas de oro?

¿Para qué la maquillan,

si Egipto y Asiria la han traicionado

y lo único que buscan es su muerte?»

Habla el profeta

31 «Escucho gritos de dolor.

¿Será acaso una mujer

dando a luz por primera vez?

No, no es eso;

son los gritos de Jerusalén

que ya no puede respirar,

y a gritos pide ayuda.

Con los brazos extendidos, dice:

“¡Me estoy muriendo!

¡He caído en manos de asesinos!”»

Jeremías 5

Pecado de Jerusalén

1 Dios dijo:

«Vayan por las calles de Jerusalén;

miren bien por las plazas,

y busquen a una sola persona buena,

que haga justicia y diga la verdad.

Si la encuentran,

entonces yo perdonaré a la ciudad.

2 Porque ellos juran en mi nombre,

pero nunca cumplen sus promesas».

3 Yo contesté:

«Dios de Israel,

yo sé que tú buscas gente honesta.

Pero este pueblo es muy terco

y más duro que una roca;

no ha querido arrepentirse.

Por eso lo has castigado,

pero parece que no le dolió;

y aunque lo has aplastado,

no ha querido hacerte caso.

4 Yo creía que sólo la gente común

se comportaba tontamente,

y no entendía tus órdenes

ni lo que tú quieres que hagan.

5 Entonces decidí hablar con sus jefes,

pues creí que ellos sí entenderían.

Pero también ellos te desobedecieron

y no quisieron hacerte caso.

6 Esta gente hapecadomuchas veces,

y muchas otras te ha traicionado.

Sus enemigos están ahora escondidos

cerca de las ciudades de Judá

y están a punto de atacar.

Vendrán como leones feroces,

como leopardos o lobos del desierto,

¡los atacarán y los harán pedazos!

Todo el que salga de la ciudad

será despedazado».

Respuesta de Dios

7 «Israelitas,

¿qué les hace pensar

que los voy a perdonar?

¡Sus hijos me abandonaron,

y han jurado por dioses falsos!

Yo les di todo lo que necesitaban,

pero ellos me fueron infieles;

¡no hubo uno solo de ellos

que no corriera tras dioses falsos!

8 Parecen caballos en celo:

¡relinchan de ganas por la mujer ajena!

9 Este pueblo merece mi castigo

y debo vengarme de ellos.

Les juro que lo haré.

10-11 »La gente de Israel y de Judá

me traicionó, y ya no es mi pueblo.

¡Que los invada el enemigo!

¡Que les cause grandes daños!

Pero no permitiré

que los destruya del todo.

Juro que así será.

12 »Se han atrevido a negarme;

¡hasta afirman que yo no existo!

Dicen que nada malo les pasará,

que vivirán en paz

y no pasarán hambre.

13-14 Pero yo soy el Dios todopoderoso,

y mis palabras, en tus labios,

serán como un fuego

que los hará arder como leña.

»Tú, Jeremías, les dirás de mi parte:

“Susprofetasno valen nada,

pues no hablan de parte de Dios.

Y ahora, por lo que han dicho,

sufrirán la guerra y el hambre

que jamás pensaron sufrir”.

15 »Israelitas,

yo les aseguro

que voy a lanzar contra ustedes

una nación que viene de lejos.

Es una nación muy poderosa y antigua.

Ustedes no hablan su idioma,

así que no entenderán lo que digan.

16 Tiene guerreros valientes

y cuando disparan sus flechas,

es seguro que alguien muere.

17 Destruirán las ciudades amuralladas,

en las que ustedes se sienten seguros.

Se comerán sus cosechas y su comida,

matarán a sus hijos y a sus hijas,

acabarán con sus ovejas y sus vacas,

y destruirán sus viñas y sus higueras.

18 »Sin embargo, no destruiré por completo a Judá.

19 Y cuando los que sobrevivan te pregunten: “¿Por qué nos hizo todo esto nuestro Dios?”, tú, Jeremías, les contestarás: “Ustedes abandonaron a nuestro Dios, y en su propia tierraadorarona dioses extranjeros. Por eso tendrán que servir a gente extraña en un país que no será el de ustedes”.

20 »Quiero que esto lo sepan todos

en los reinos de Israel y de Judá:

21 Escucha, pueblo tonto y estúpido,

que tiene ojos pero no quiere ver,

que tiene oídos pero no quiere oír.

22 »Yo, su Dios, pregunto:

¿Ya no me quieren obedecer?

¿Ya no me tienen respeto?

Fui yo quien le puso límite al mar

y aunque sus olas se pongan bravas

y hagan mucho ruido,

no van más allá de la playa.

23 Pero este pueblo es muy rebelde;

me abandonó y se fue por mal camino.

24 Jamás se puso a pensar:

“Debemos adorar a nuestro Dios,

pues él es quien nos da la lluvia

cuando más nos hace falta;

nos la manda en otoño y primavera,

y nos deja cosechar a tiempo”.

25 Pero todo esto ha cambiado

por causa de sus muchospecados;

por eso ustedes ya no disfrutan

de todos esos beneficios.

26 Hay entre ustedes gente tan mala,

que cuando ponen trampas

no lo hacen para cazar pájaros

sino para atrapar personas.

27 Sus casas parecen jaulas;

¡pero no están llenas de pájaros,

sino repletas de cosas robadas!

Así fue como se llenaron de plata

y llegaron a ser poderosos.

28 Su maldad no tiene límites.

Están demasiado gordos

y demasiado llenos de orgullo.

No les hacen justicia a los huérfanos,

ni reconocen los derechos de los pobres.

29 ¿Y acaso piensan ustedes

que no los castigaré por todo esto?

¿Qué les hace pensar

que no me voy a vengar de ustedes?

Les juro que sí lo haré.

30 »¡Miren lo que pasa en el país!

¡Esto es algo muy terrible!

31 Los profetas sólo dicen mentiras,

lossacerdotesenseñan lo que quieren,

y mi pueblo parece estar feliz.

Pero cuando llegue el desastre,

nadie acudirá en su ayuda».